viernes, diciembre 29, 2023

Lecturas (y series) de 2023

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LECTURAS (y SERIES) de 2023

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Así a lo bruto, sin glosas, paso a limpio mi lista de lecturas (y series) de 2023. Mi base de datos, que inauguré en 1993, me confirma que nunca desde entonces había leído tan poco. Aún sigo analizando el porqué de esta situación mía, donde algunos de sus ingredientes son sin duda la pereza, la mala vista, y el paulatino desinterés por la ficción, que lo voy compensando con las series. En fin, excusas.

LECTURAS y (*) RELECTURAS

1. “Tiempos recios” Mario Vargas Llosa
2. “Mi año de descanso y relajación” Ottessa Moshfegh
3. (*) “Las ciudades invisibles” Italo Calvino
4. “La civilización en la mirada” Mary Beard
5. “El libro de las preguntas desconcertantes” Josep Muñoz Redon
6. “En la boca del lobo” Elvira Lindo
7. “Fortuna” Hernán Díaz
8. “El aroma del tiempo” Byung-Chui Han
9. “Mi infancia” León Tolstoi
10. (*) “Movimiento perpetuo” Augusto Monterroso
11. “El Martinete” Manuel Romero
12. “No te veré morir” Antonio Muñoz Molina
13. “Ética de urgencia” Fernando Savater
14. “El arte de insultar” Arthur Schopenhauer
15. “El matarife” Sándor Márai
16. “Los dolores del mundo” Arthur Schopenhauer
17. “Balzac y la joven costurera china” Dai Sijie
18. (*) “Los intereses creados” Jacinto Benavente
19. “Un verdor terrible” Benjamín Labatut
20. (*) “El maestro Juan Martínez que estaba allí” Manuel Chaves Nogales
21. “Las cenizas del infierno” Ramón Pérez Montero
22. “Odiseo” Daniel Ramón Dilla (en proceso de lectura)

SERIES

1. Better Call Saul (T. 5-6)
2. The Crown (T. 6)
3. The White Lotus (T. 2)
4. The Last Of Us (T. 1)
5. Hacks (T. 1)
6. Stonehouse (completa)
7. Endeavour (completa)
8. La Caza (T. 1-2)
9. Exterior Noche (única)
10. Inside #9 (T. 8)
11. Pippi Calzaslargas (completa)
12. Hotel El Balneario (completa)
13. Los crímenes de Port Talbot (única)
14. El Ladrón, su Mujer y la Canoa (única)
15. Nolly (única)
16. Los Crímenes de Essex (única)
17. El Asesino de la Baraja (única)

La mejor novela de este año fue para mí, "Fortuna" de Hernán Díaz.
De no-ficción, me quedo con “El libro de las preguntas desconcertantes” de Josep Muñoz Redon.

En cuanto a series, de las que inicié y terminé este año pronto a fenecer, me quedo con el deleite (del verbo deleitar) de "Hotel El Balneario". Le he tomado cariño a sus personajes tan estereotipados.
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viernes, diciembre 22, 2023

MICROHISTORIETA PSEUDONAVIDEÑA, 2023

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La sola soledad de los viejos es un trozo de hielo que solo se derrite con la muerte. Bien cierto es, porque desde que su marido faltaba, la idea de acceder al altillo del armario y sacar de allí los archiperres navideños, se le hacía un mundo. Pero en esta ocasión, no sin esfuerzo y alentada por la prometida visita de su última nieta para Nochebuena, cinco días después, arrimó una escalera plegable de tres peldaños, subió a ella y bajó las dos cajas que contenían la variada decoración efímera. En un rincón de la salita dispuso el abeto de plástico y extendió el varillaje de paraguas verde de sus ramas. Colgó las bolas de cristal que habían sobrevivido a la infancia de sus hijos y rodeó el conjunto con unas espirales de espumillón plateado y dorado que ya sufrían de alopecia. Por último, colocó en lo más alto de la copa una estrella de purpurina y, tras extender como una mecha en torno al árbol el cable de bombillitas de colores, lo conectó a la corriente para comprobar decepcionada que se encendían en una pobre proporción de 1 a 5. Después, y por no dejarlas por medio, decidió devolver a su lugar las cajas vacías. Fue entonces cuando un tropiezo al alzar los brazos la hizo caer de la escalera, siendo que antes de romperse la nuca contra el suelo, el arbolito tintineó cuando lo rozó con un hombro. Bajo su pelo cano se fue extendiendo una lenta mancha de sangre que fue tomando forma triangular hasta alcanzar su vértice más alto una esfera blanca también caída. Un perfecto gorro de Papá Noel surgió en la baldosa. La encontraron perfectamente muerta cinco días después.

—Pero, oiga, ¿usted no es capaz de escribir algo más alegre, hombre? ¡Que estamos en Navidad, joder!

—Bueeeeno, vaaaale. Modifico: "...tras extender como una mecha en torno al árbol el cable de bombillitas de colores, lo conectó a la corriente para comprobar con alegría que se encendían todas. Por no dejarlas por medio, devolvió a su lugar las cajas vacías, plegó la escalera y la guardó en un mueble de la cocina. Al volver a la salita, coincidió con Julián, su marido, que recién levantado de su siesta diaria, venía por el pasillo en pijama y rascándose el cogote. Le enseñó orgullosa su trabajo con el árbol. Qué bien ha quedado, Carmen, dijo él abrazándola frente a frente por la cintura. Y qué bien lo vamos a pasar los dos solos, dijo ella, sin hijos malhumorados, ni nietos ni nueras ruidosos, con ese menú gourmet que hemos encargado, y luego, viendo la tele tan ricamente con nuestra copita de anís y nuestro turrón. Si te das cuenta, nunca hemos estado solos en Nochebuena, ni siquiera cuando fuimos niños, dijo él. Qué buena idea fue decirles a todos que queríamos aprovechar la oferta del crucero rebajado, dijo ella. Creerán que ahora surcamos el mar Egeo, dijo él. ¡O el mar Jónico!, dijo ella... Ay, si es que como en casa de una no se está en ningún lado. Rieron como dos tontos y se pusieron a bailar sin música como en una comedia de Jardiel.

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miércoles, diciembre 06, 2023

Soñada literatura kiosquera

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Soñada literatura kiosquera

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Siempre soñé con haber sido escritor de novelas de a duro, un paperback writer, un autor de pulp barato que frecuentara todos los géneros: novelillas policíacas, del oeste, románticas, etc. Sí, uno de aquellos escribanos prolifiquérrimos de kiosco de los años 50/60 que firmaban con equívocos pseudónimos que ocultaban lo prosaico de sus nombres reales.

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Los míos hubieran sido (los invento sobre la marcha):
Para las novelas policiacas: Bud L. Harrison
Para las novelas del Oeste: Trinidad McKern
Para las novelas románticas: Gloria de Rosas
Para las novelas de ciencia-ficción:  Franz Kaminski
Para las novelas de terror:  Agnetha Curtis
Para las novelas bélicas: Nicholas Pert

Algunos ejemplos de estos autores que no fueron y de sus obras inexistentes:

Fragmento de "La caja oscura" de Bud. L. Harrison (1952) Ed. Molino.

Los destellos nocturnos del neón se reflejaban en la pared de enfrente y desde el mismo antro subían las notas de un saxo que gemía blandamente. Kirk Savannah, el tipo que mejor conocía las cloacas humanas de la ciudad, bajó los pies de la mesa de su despacho, abrió un cajón y encontró que la botella de bourbon que allí guardaba contenía una insuficiente cantidad de líquido. Le quitó el tapón y bebió del gollete hasta agotarla. El estridente repique del teléfono se unió al neón y al saxo en su invasión de la habitación.

—¿Sí?
—¿Es usted Kirk?
—Sí. Es una mala costumbre que tengo.
—Ahórrese sus sarcasmos, Kirk. Soy Thomas Lexton.
—¿Thomas Lexton, el propietario de Industrias Lexton?
—El mismo.
—¿Qué le ocurre, señor Lexton?
—Jenny, mi hija Jenny, ha desaparecido a dos días de su boda con James Styles.
—¿El agente de bolsa de Chicago? Hmmm. Créame, yo hubiera hecho los mismo... Hmm. Perdón, señor Lexton.
—Ya vale, Kirk. No me gusta perderme en palabras. Encuéntrela. Le ordeno que la encuentre, Kirk. Le ofrezco diez de los grandes ahora. El resto de honorarios, caso de devolverla a casa sana y salva, los marcará usted. Y seré muy generoso, créame.
—¿Podrá acercarse mañana a mi despacho?
—¿Mañana? Lo haré ahora mismo, Kirk.
—Son casi las cuatro de la madrugada, señor Lexton.
—Yo mando en las horas, Kirk.

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Fragmento de "Un colt para Johnny" de Trinidad McKern (1961) Ed. Bruguera.

El polvo del desierto aún cubría su ropa cuando entró en el saloon. Se acodó en la barra y barrió con su mirada a los parroquianos allí congregados. Se hizo el silencio. Con leves señas, pidió un whiskey y luego dos más. Cuando acabó el último, el pianista retomó el descascarilleo de las teclas y los jugadores de póker volvieron a su perpetuo murmullo.

El recién llegado era un hombre de seis pies y medio de estatura, cetrino, de expresión ofuscada y sombrero de anchas alas. Se trataba de Johnny Cornwell, un cazarrecompensas conocido como El Solitario por su fama de no montar a caballo e ir a todos sitios andando, en diligencia o como polizón  en el ferrocarril de la West Union.

Una chica que había bajado las escaleras del fondo se acercó a él:

¿Me invitas a un trago, forastero? —Johnny la miró sin decir nada, pero acercó la botella y tomó un vaso de los que secaba el camarero. Lo llenó. La chica dio un sorbo— Siempre me he preguntado por qué los hombres son tan rudos con una señorita, pero tú pareces un caballero... Me llamo Patty, pero aquí me conocen como Lorna.
Hola, Patty Lorna.

De repente, las hojas batientes de entrada al saloon se agitaron con violencia. Entonces hizo su aparición el señor Cataway, el propietario de más cabezas de ganado al otro lado de río Lobo.

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Fragmento de "Apasionada" de Gloria de Rosas (1958) Ed. Maga.

Elena se apoyó en el alféizar de la ventana y contempló el cielo tachonado de estrellas. Dio un hondo suspiro y se entregó a sus pensamientos: "Tal vez Armando no me creyó, y además, me prestó poca atención en la fiesta, con la ilusión que me había hecho estrenar mi vestido de raso malva y mis tacones a juego".

Dejó la ventana y encendió la luz de su mesilla. La noche era tibia y estaba embalsamada por la fragancia de las madreselvas. Se tumbó en la cama apoyando la espalda en un gran almohadón. Su gato Michi salió del canasto y se acomodó en su regazo formado por los pliegues de su camisón de piel de ángel. Tomó su diario y su pluma y con bella caligrafía inglesa comenzó a escribir: "Querido diario: no puede ser que a Armando no le provoque ninguna atracción y que solo tenga ojos para la tonta de Matilde. Pero estoy dispuesta a hacer lo que sea para que se fije en mí. Armando es tan guapo, tan alto, tan varonil. Parece un artista de cine. ¡Lo amo, lo amo, lo amo!"

Una voz sonó al otro lado de la puerta. Era la de su madre:

—Hija, ¿te apetece un vaso de leche y unas galletas? Hoy apenas has cenado. ¿Te ocurre algo? Te noté preocupada.
—No, mamá. No me pasa nada. Estoy cansada y me duele un poco la cabeza, eso es todo.

Elena suspiró de nuevo y estrechó el diario contra su pecho mirando otra vez hacia la noche infinita.

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Fragmento de "Planet 544" de Franz Kaminski (1967) Ed. Minotauro.

...por lo que la exploración hubimos de realizarla el comandante Clarke, Hellen Peterson y yo. En la nave quedaron por tanto, el teniente Jürgen y KRX24, la mujer biónica. Tras abandonar la eyectora, salimos al exterior protegidos por nuestras esferas de neutrinos. El cielo seguía presentando tonos violeta y densas nubes de color verde impedían que los dos soles que iluminaban el planeta nos cegaran. Nos sentíamos ligeros y hasta eufóricos tras la dosis de centilina que nos procuró KRX24.

Fue Peterson la que detectó el primer ejemplar. Cerca de sus botas, algo parecido a un enorme ciempiés se movía de manera vertiginosa. Tras él aparecieron docenas de ellos, y en poco tiempo, fueron miles los que nos rodearon. Tuvimos que activar las capas externas de quarks para protegernos.

—¡Tenga cuidado, Peterson!, ¡a su espalda!

Un enorme animal volador de horrísono chillido pasó sobre nuestras cabezas varias veces con intenciones poco amigables, por lo que nos vimos obligados a hacer uso de nuestros lanzadores protónicos para defendernos a la vez que las repugnantes y enormes escolopendras se multiplicaban como por arte de magia. 

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Fragmento de "Las garras de Marlock" de Agnetha Curtis (1952) Ed. Cripta.

...el polvo y las telarañas eran los dueños de la mansión, por lo que el haz de luz que proyectaba la linterna resultaba fantasmagórico. La señora Darrell me había indicado en su carta que el sótano se usó desde siempre como bodega y que en él todavía podían encontrarse varias botellas de Château Lafitte de 1857. Podrían resultar un buen negocio, me dije. Así que, ni corto ni perezoso, me dirigí hacia allí.

Sobre la puerta de acceso al sótano pude contemplar el soberbio retrato de Lord Alexander Marlock, duque de Sussex, el hombre que gracias a sus influencias y sus malas artes logró encarcelar a mi abuelo Charles, al bueno de mi abuelo Charles. La efigie del que antes fue poderoso caballero estaba cubierta ahora del mismo polvo y telarañas que sin hacer distinciones lo sepultaba todo.

La atmósfera del sótano era húmeda, pestilente, insana. Para llegar hasta las baldas donde reposaban las botellas hube de sortear un ingente amontonamiento de cachivaches y varias ratas se cruzaron en mi camino. Conseguí un cesto, mas cuando pretendí alcanzar la primera botella, una extraña metamorfosis se apoderó de mi mano: ¡se había transformado en la garra de un animal, de un tigre o de un león! La retiré y mi mano volvió a su ser; pero en cuanto lo intenté por segunda, por tercera y hasta por cuarta vez, el efecto fue el mismo, como si mi mano fuera presa de algún maléfico maleficio. Grité y grité como un poseso y la linterna se apagó como por ensalmo no sin antes haber iluminado a la momia de Lord Alexander Marlock que ocupaba un sillón desvencijado. 

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Fragmento de "Comando al infierno" de Nicholas Pert (1952) Ed. Acero.

—¡Tenemos que eliminar a esos monos amarillos, Johnson! ¡Cúbrame!

Y dicho esto, el sargento McQuinn se abrió paso sin dejar que su metralleta dejara de ladrar. Gracias a su acción, pudimos internarnos en la jungla las yardas suficientes como para copar aquella posición y mandar al infierno a los tres japos que la ocupaban. Solo Tommy presentaba un rasguño en una pierna.

—¿Un trago para celebrarlo, muchachos? —y el sargento fue pasando la botella plana de whisky que guardaba en su mochila. También lo hizo con su paquete de cigarrillos. —¿Qué haréis cuando acabe esta maldita guerra, muchachos?

Yo respondí que me reintegraría al taller mecánico donde trabajaba en Silverville. Tenía muchas ganas de volver a ver a los muchachos e ir al baile en Mike's los sábados por la noche con ropa limpia y tras cenar algún plato sabroso que preparara mamá. Tommy comentó que su propósito era casarse con su chica, con Brenda, tener hijos y comprar la ferretería del señor Schneider en cuanto se presentara la oportunidad. Tommy extrajo de su cartera la foto de su novia, de Brenda, y al igual que la botella del sargento, nos la fue pasando. Era realmente una chica muy bonita. "Qué suerte tienes, Tommy, tu chica es realmente muy bonita", le dije. "Gracias, Johnson", me respondió. Un segundo después, una bala salida de la foresta le atravesó la cabeza y Tommy cayó muerto con la foto de Brenda en la mano.

—¡¡¡Malditos japos!!! —rugió el sargento McQuinn mientras arrancaba la placa de identificación del cuello de Tommy.

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jueves, noviembre 30, 2023

Vidas Ejemplares, 01

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VIDAS EJEMPLARES, 01

Es un hombre que comienza su día a las siete de la mañana. Tras sus evacuaciones e higienes amenizadas por un noticiario radiofónico, hace la cama, se viste con prendas cómodas, muy usadas, sale a la calle y emprende una caminata de una hora u hora y media a paso rapidísimo. Tras el recorrido, desayuna siempre lo mismo, salvo los viernes, en la terraza de un bar: café solo y media tostada con aceite. También toma alguna pastilla.

Tras comprar pan, vuelve a casa, se pone unas zapatillas, conecta la radio en un punto del dial que emite, intercalada, música clásica y jazz. Va a la cocina y toma otra pastilla con otro trago de agua. Consulta y responde algún mensaje del móvil. Luego, regresa a la pequeña sala, enciende el ordenador y cuando obtiene conexión a internet se sienta frente al monitor y despacha el correo y toma la lección diaria del curso que le ocupe, electrónica, física, arte, filosofía. También escribe ceremoniosamente en su cuaderno.

Tras ello, deja en stand-by el pc, apaga la radio, enciende la gran pantalla del televisor, toma asiento en su sillón orejero y se dispone a ver la primera de las dos películas de la mañana. El silencio es completo. Las únicas palabras que ha dicho hasta ese momento han sido "Buenos días, Marga", dirigidas a la camarera que le sirvió el desayuno. También consulta el móvil antes de que comience la proyección y lo pone en modo avión.

Al acabar la segunda película, busca entre los canales el telediario del que es habitual y va poniendo la mesa. Unos cubiertos, una servilleta de papel, un vaso, una pequeña pieza de pan. La comida la encarga en "La Rossi 44" donde le preparan en túpers platos para toda la semana, salvo sábados y domingos. Es comida casera, muy buena. Comida sabrosa que acompaña de vino o cerveza, según. Mastica lentamente y apenas aparta la vista del informativo. También, en ocasiones, se ríe sordamente con alguna noticia.

Recoge la mesa, coloca los cubiertos y platos en el lavavajillas y marcha a su dormitorio, donde se tumba en la cama acompañado del libro que esté leyendo. Lee durante media hora y duerme otra hora de siesta. A veces, cuando despierta, se hace una paja, y se lava la cara y sale de nuevo a caminar a paso ligero. Esta caminata vespertina la hace tres días por semana. Cuando regresa a casa, ve otra película o un capítulo suelto de la serie que siga, depende si salió a la calle o no. Luego escribe otros renglones en su cuaderno. También puede consultar algo entre sus libros.  

Aclaremos que dos días a la semana y aprovechando sus horas de caminar, la empresa de limpiezas domésticas Maylo, S.L., le arregla y ordena su apartamento diminuto, pero lava su poca ropa en la lavandería automática que hay debajo de su edificio y lee durante el proceso. También lava a mano alguna prenda en el bidé.

Tras la cena ligerísima escuchando la radio, ve otra película u otros capítulos y se enreda un rato en el ordenador. Rebasada de largo la medianoche y tras la nueva labor higiénica, se pone el pijama y unos auriculares, se mete en la cama y se queda dormido a los pocos minutos escuchando algún canal de podcast que le interesa. También lee un poco si se desvela de madrugada.

Un fin de semana de cada tres, viernes desde mediodía, sábado y domingo, lo comparte con su amiga Magdalena. Hacen compras, comen fuera, van al cine, ven series, pernoctan a veces. Un fin de semana de cada cuatro meses organizan un viaje a alguna localidad costera no muy lejana. Hacen compras, comen fuera, van al cine, ven series, pernoctan. También hablan, pero no mucho.

Por todo ello, nuestro equipo ha decidido conceder a este hombre que, por cierto, se llama Alfredo G., el Premio Anual de la Felicidad Terrena 2023. Desde aquí queremos transmitirle nuestra enhorabuena y hacerle entrega de la correspondiente placa honorífica que le llegará a través del correo postal. También un talón bancario por valor de 100 euros.

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domingo, noviembre 26, 2023

Memorándum sobre los beneficios que reportaría a la ciudadanía organizar una nueva Guerra Civil en España

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Memorándum sobre los beneficios de organizar una nueva Guerra Civil en España

¿No sería magnífico aprovechar el actual ambiente multi-encabronado que se ha apoderado del país para organizar una nueva Guerra Civil? Las ventajas son obvias, entre ellas y principal, que una guerra ahora conseguiría hacer olvidar, a la nuestra y a las generaciones venideras, la Guerra Civil del 36 con un efecto tan inmediato (y beneficioso) como el gol de Iniesta a Países Bajos en Sudáfrica, que arrojó al cubo de la basura de la memoria al coñacísimo gol de Marcelino a la URSS en el 64.

¡Venga, empecemos esa guerra cuanto antes!

VENTAJAS de una nueva Guerra Civil en España

-- Se eliminaría a mucha gente pelmaza.
-- Se podrían escribir muchos libros y rodar muchas películas sobre la nueva guerra.
-- El trabajo de reconstrucción lograría el pleno empleo.
-- Nos dejaríamos de tantas tonterías como ahora nos llaman la atención.
-- La Navidad volvería a ser entrañable.
-- Surgirían gran cantidad de bellas historias de amor.
-- La población adelgazaría y bajarían los índices de colesterol.
-- Valoraríamos las pequeñas cosas de la vida.
-- Se promovería la investigación científico-técnica.
-- Se agudizaría el ingenio.
-- Descubriríamos los sabores de perros, gatos, ratas, palomas urbanas, etc.
-- Los niños vivirían felices sin control y entre escombros.
-- El estado de apocalipsis facilitaría las relaciones sexuales y el poliamor.
-- La subida del número de suicidios sacaría a bolsa la industria de las sogas y cuerdas.
-- No participaríamos en Eurovisión, al menos durante unos añitos.
-- Descubriríamos al monstruo, al cobarde, al héroe que llevamos dentro.
-- Tendríamos vía libre para liquidar vecinos. 
-- Habría pocos problemas de aparcamiento.
-- Etc

¡Ah, vaya!, parece que he olvidado una ventaja muy importante:

El rescate que se produciría de antiguos oficios tras el enfrentamiento; me refiero a esas labores callejeras tan comunes en mi bario durante el periodo, digamos, entre 1965-1972; o sea, la de los paragüeros, lañadores de ollas y cacerolas, afiladores con su pito, reparadores de sillas de enea con su alto cono a la espalda, cristaleros de apestosa masilla, el tío que vendía loza que cargaba en los serones de un burro, el del carrito de los helados-mantecados, el ditero de colchas al hombro y libretón con palometas, la señora que cogía puntos a las medias bajo un flexo en las mercerías, el trapero que recogía periódicos viejos y botellas, el técnico que reparaba televisores a domicilio, etc.

En resumen, volveríamos a esa vida sostenible que tanto pretendemos (de boquilla) ahora y que, en poco tiempo, haría que lo del cambio climático pasara a ser un mal recuerdo. ¡La paz lleva al progreso y el progreso, ya lo hemos comprobado, a la debacle ecológica y por ende, a nuestra aniquilación! Por lo tanto... ¡A la guerra, a la guerra, queridos amigos! ¡Tomemos ahora el fusil para rescatar luego el venerable arado romano! ¡A la guerra por el bien de la Humanidad! 

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jueves, septiembre 28, 2023

El Barrera

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No sé qué extraña asociación de ideas me ha llevado esta mañana a recordar al Barrera, un compañero del malvado colegio. No estoy seguro de que se apellidara Barrera; lo mismo era Barea, Borrero o algo así. Pero a esta duda le siguen varias certezas. La primera es que el Barrera (seguiré llamándolo así) era un chaval simpático, espabilado y que no se juntaba con los golfos de la clase. Si alguien le preguntaba, Barrera, ¿tú de equipo eres?, no decía del Betis o del Sevilla, sino muy ufanamente, Yo soy del Rapid de Viena. Y es que el padre del Barrera se había ido a trabajar a Austria y de allí le trajo una camiseta de tal equipo de fútbol. También ocurrió una vez que el Barrera se presentó en el colegio con uno de esos pantalones cortos tiroleses de cuero y con peto.

El Barrera tenía los ojos saltones y la nariz torcida. Tenía cara de niño de película de Fellini o, como poco, neorrealista. He descubierto que el chaval que hacía de hijo de Totò en el film "Policías y ladrones" (Guardie e ladri, Mario Monicelli, 1951) era igualito al recuerdo que tengo del Barrera. Aquí está la prueba que no me dejará mentir:



Pues además de todo esto, lo que recuerdo a la perfección es el chiste que en una ocasión me contó el Barrera en el recreo (ojo, éramos niños de 4º de Primaria, debíamos tener 10 u 11 años). El chiste era éste:

Un matrimonio tiene dos hijos gemelos, uno de los cuales es mudo. El padre lee un día en el periódico que hay un médico en Estados Unidos que opera a los mudos y los hace hablar. Se lo cuenta a su mujer y deciden gastarse los ahorros para ir a Estados Unidos y operar al niño; pero como no tienen mucho dinero deciden también que sea la mujer quien se vaya con el niño a Estados Unidos. Total, que la madre y el niño mudo cogen el avión y cuando llegan a Estados Unidos, la mujer llama por teléfono al marido en España: 

—¡Paco, Paco!, dice la mujer.
—¿Qué pasa, qué pasa, Pepa?, dice el marido.
—Po que al bajarnos del avión en Estados Unidos se le ha caído al niño una maleta en la cabeza y ha dicho "¡coño!", dice la mujer.
—¿Coño?, ¿que el niño ha dicho coño? ¡Coño el tuyo, h.d.p., que te has llevado al que habla y me has dejado aquí al mudo!

(Aquí deberían venir unas caritativas risas, por favor).

Éramos, como dije, dos compañeros del atroz colegio con 10 u 11 años. ¿Qué habrá sido del Barrera?, ¿cómo lo habrá tratado la vida?, ¿habrá muerto?, ¿se acordará del chiste aquél que una vez me contó?, ¿leerá este textito? Qué gusto me daría encontrarme con él para darle un abrazo.
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domingo, agosto 27, 2023

El niño poeta

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Me ha costado dos días de introspección memorialística dar con la clave que inició el proceso; pero finalmente lo he conseguido. Es esta:

"Las Hermanas Clavelitos
cantan cuplés muy bonitos"

En efecto, este pareado era el pie de página que acompañaba la ilustración de unas jirafas cantarinas que parecían actuar en un escenario que un público entregado había llenado de flores. Se contenía en uno de mis libros infantiles del que nada más recuerdo. Un libro todo de dibujos con un pareado bajo cada uno de ellos. Allí descubrí la divertida magia de la rima en su más pura sencillez. Tras esta iluminación, me dediqué día y noche a componer pareados con los que martiricé a los miembros de mi familia, en especial al tito Pepe.

— Mira, tito, la poesía que he escrito: "Aquellas montañas / están llenas de cañas". ¿A qué es bonita?
— Sí; muy bonita.
— ¿Y ésta?: "Por las noches / hacen ruido los coches".
— Sí; está muy bien.
— Pues tengo más. Verás otra: "Los elefantes / tienen las orejas muy grandes".
— Bueno, esa no pega mucho.
— Sí, es verdad, no pega bien. Pero otra más...
— ¡Que sea la última, eh!, que va a empezar el telediario.
— Vale: "En el autobús la gente / va de lado y va de frente".
— Venga, sí; muy bien. Lárgate ya, anda.

Supongo que mi producción de pareados llegó a ser inmensa y coñacísima, hasta que viendo los logros alcanzados, me atreví a afrontar un proyecto de mayor dificultad, pues una vez dominada la técnica, ¿qué me impedía escribir una poesía más larga?

No recuerdo tampoco qué me llevó al tema, pero el caso es que decidí componer en versos el proceso del pan, desde que el labrador siembra el trigo hasta que nos venden las barras en la tienda. Me costó un enorme esfuerzo, pero lo logré y me esponjé de satisfacción. Hasta conseguí incluir, como niño repelente que era, una palabra difícil —salvado— que pertenece al único fragmento que de aquella sentida oda guardo en la memoria: "el salvado se abre / la harina comienza a brotar / y se la dan al panadero / para hacer pan".

Entusiasmado con mi obra, la recité a la familia durante la sobremesa de la cena. Hasta bajaron el volumen de la tele. Era una poesía, como digo, de muchos versos y puse en su declamación mi vocecita más conmovedora. Incluso, llegada la parte de "el salvado se abre / la harina comienza a brotar / y se la dan al panadero / para hacer pan", moví los dedos de una manita como si descascarillara un puñado de granos de trigo ("el salvado se abre...") o como si amasara la harina a cámara lenta ("la harina comienza a brotar / y se la dan al panadero..."), deleitándome.

El éxito fue tan completo que cuando concluí mi rapsodia se hizo el silencio. Todos quedaron boquiabiertos, ¡tenían en casa a un niño poeta y lo mismo dejábamos de ser pobres! El primero que habló fue el tito Pepe para decir que aquello era imposible, que les había engañado, que lo que había recitado lo había copiado de algún libro. Aquello, claro está, me enfadó en la misma medida que me halagó (¡ay, qué desvalido se encuentra el hombre frente al halago!, como dijo Kundera). Pero fue mi padre el que sin salir de su asombro, balbuceó estremecido los cuatro célebres versos: "el salvado se abre / la harina comienza a brotar / y se la dan al panadero / para hacer pan", tras lo que decía, "qué bonito, qué bonito lo que ha escrito mi niño"... Sí, qué bonita fue para todos aquella noche mágica que aún llena de luz alguno de mis rincones cerebrales.

Y pobre mi padre, pobre papá, que murió sin llegar a conocer que muchas décadas después, el propio Antonio Muñoz Molina me concedería el alto título de Tercer Poeta Oficial de su blog personal. Seguro que, de saberlo, el dato lo hubiera llenado de emoción. Un beso, papaíto.
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Solomillo

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Existe, casi en el centro geográfico de Egipto, una población llamada Solomillo. No me pregunten por el origen de esta extravagancia toponímica porque no lo sé; el caso es que así aparece en los mapas.

Fue en Solomillo, asistiendo a sus XVII Jornadas Arqueológicas, dedicadas en esa convocatoria al reinado del faraón Hepset III, donde conocí a la que luego fue mi esposa, la profesora de la universidad Central de El Cairo Shamila Abdul Adkhani que, a la sazón, había participado en una ponencia de las citadas jornadas. Lo que me resultó curioso es que ella, natural de Solomillo, tampoco supiera explicarme el porqué de ese nombre.

Shamila era musulmana, aunque su observancia del Islam era de muy mediana intensidad. Entre otras cosas, me confesó que se pirró por el jamón y por el solomillo de cerdo cuando estuvo en Madrid reordenando el templo de Debod. Y digo que Shamila era, pues falleció hace dos años, dejándome desolado y tratando cada minuto de recuperar el recuerdo de nuestras noches en Solomillo, cuando fuimos tan felices bajo las palmeras del oasis, iluminados cuando hacíamos el amor por la luz mágica de la luna creciente.

En realidad, Solomillo no tiene ningún atractivo que ofrecer al visitante, a no ser su pequeño museo de arte egipcio, llenos siempre de moscas sus expositores que no guardan mas que unas pocas piezas sin interés y desportilladas. El laberíntico trazado urbano contiene una mezquita y una diminuta iglesia copta. A pocos kilómetros, el oasis que cité, el Wad-Akham, alivia lo tórrido de los días. Fue allí donde el camellero Mahmut, un hombre sabio, no supo responder a mi pregunta de por qué lo de Solomillo. Se aventuró a hablar de  la ocupación napoleónica del territorio, pero no entendí ni sigo entendiendo qué conexión puede haber entre una cosa y otra.

¿No será lo de Solomillo una deformación? ¿Tendrá algo que ver con el rey Salomón, habitante del cercano reino de los judíos? Salomón, Solomón, Solo-Nilo... ¿Y con Ptolomeo? Ptolomeo, Tolomello, Tolomillo... Ni idea. Tal vez alguno de ustedes pueda lanzar una hipótesis. Le quedaría muy agradecido (mi correo pgili52@gmail.com)
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sábado, agosto 26, 2023

La caña

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Siendo niño, recibí en una ocasión un regalo incongruente: una caña de pescar. El pequeño artefacto era todo de plástico y se componía de dos tubos huecos de color crema por los que discurría un sedal rojo, un mango forrado de tiras igualmente de plástico y una especie de carrete parecido al del esparadrapo con una protuberancia que hacía funciones de manivela. Lo mejor de la caña era sin duda el anzuelo, porque era un anzuelo de verdad. 

Esta caña, que me acompañó en un par de ocasiones durante nuestras dominguerías familiares en una ribera pueblerina, se mostró por completo inoperante. Sentado sobre una piedra del arroyo y cebado el anzuelo con un trozo de pan, me llené de una frustración que crecía por minutos, una frustración que se completaba con los sarcasmos que me dedicaban mis familiares, alrededor todos ellos de la paella, cuando me veían aparecer caña al hombro, con expresión sombría y sin nada en las manos.

Decidí no volver a intentarlo. Fue así que en vez de pescador de peces, me hice pescador de toallas. Y es que, sentado en la taza del wáter mientras efectuaba mis deposiciones, entretenía el momento arrojando al suelo lo más lejos posible la toalla del lavabo, la del bidé y hasta una de baño (nuestro baño familiar era estrecho y muy largo, como un estuche de estilográfica). Entonces, desde mi puesto privilegiado, lanzaba el hilo, el anzuelo se enganchaba en alguna de ellas casi siempre y arrastraba hasta mí la pieza capturada. Conseguidas las tres toallas o las que fueran, el juego daba comienzo de nuevo.

Es cierto que con esa caña de juguete no pesqué ni un maldito pez; pero un rápido cálculo me hace estimar en 824 el número de toallas conseguidas. Me extrañaría muchísimo que haya habido o siga habiendo en el mundo un solo habitante que superara, o al menos igualara, este récord que sigo detentando. ¿Conocéis a alguien?, ¿a que no?

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martes, agosto 22, 2023

El bombazo

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Hola, buenas tardes, señores. Me llamo Uzo Katawaka y soy un hibakusha, un superviviente del bombardeo de Hiroshima, y por lo tanto, una persona rechazada por mis compatriotas, que veían en mí un peligro de contagio, de transmisión de malformaciones además de representar para ellos un recuerdo amargo de nuestra derrota. Sobrevivir me hizo un desgraciado, así que un día decidí abandonar Japón.

Tras muchas peripecias y tribulaciones que serían muy largas de contar, acabé en España, extraño país, donde formé parte del elenco de artistas del Teatro Chino de Manolita Chen. Allí, y gracias a las úlceras, cicatrices y bulbosidades que marcaban mi cuerpo, fui conocido como "Chin-Chong, el monstruo venido de la China".

Salía al escenario tras la actuación de una pareja de humoristas disfrazado de falso chino, con sombrero cónico, largos bigotes y no menos larga coleta. Me desplazaba a todo lo largo del escenario a pasitos cortos, de un lado a otro, moviendo acompasadamente los índices de las manos arriba y abajo mientras sonaba una música de xilófono y platillos. Pasado un rato, me detenía en el centro del escenario y me abría el kimono, me quitaba los pantalones de imitación seda y me exhibía de frente y de espaldas. El grito de horror que emitía entonces el público era indescriptible. Y es que el famoso Hombre Elefante a mi lado, hubiera quedado a la altura de un tabi.

Charla entre Uzo Katawaka y el señor Chen, empresario del Teatro Chino y esposo de Manolita Chen:

Sr. Chen: Yo sel astuto como sol.lo, honolable Uzo. Tlas el susto, el público lesibil a las señolitas vedetes con muchísimo aglado, con un aglado redoblado, ¿me entiende? Y salil del teatlo muy felise tlas la apoteosis de las pluma y las tetita y los culito.

Uzo: Pero tal éxito redundará en mi sueldo semanal, ¿no es cierto?

Sr. Chen: Clalo que sí, honolable amigo. Yo pagal 7000 mil peseta en metálico y 5000 peseta de whisky cada vielnes. Solo Manolita cobla más que usted.

Fue así que, repentinamente, me convertí en la estrella que llenaba el teatro de un público ávido de morbo y sexo y al que apenas interesaban ya los números de Emilio el Moro, los Hermanos Calatrava o Manolo Puentegenil, ídolo de la canción española. Gané mucho, mucho dinero.

Tanto dinero gané que hasta una de las coristas, Pepita, se enamoró de mí y no le importó casarse conmigo cuando abrí la puerta del chalet en Torrevieja que pude adquirir para pasar allí los templados inviernos, que era cuando el Teatro dejaba las giras. Y no solo eso, sino que Pepita (¡qué tipazo tenía entonces mi Pepita!) me hizo padre de Magdalena y de Hiroki, nuestros hijos, la parejita, que nacieron sin haber recibido herencia alguna de mi sometimiento a la radiación nuclear. Eso sí, para mi sorpresa, ambos tenían rasgos chinescos en vez de nipones. Al igual que en nuestra boda, sus padrinos de bautizo fueron el señor Chen y la propia Manolita Chen.

Lo demás, ya lo pueden imaginar. Me adapté a la perfección a este extraño país, me interesé por su cultura y su idioma y hasta, durante más de veinte años, fui socio del Real Betis Balompié. También hace veinte años que me jubilé. Puedo decir que he sido feliz.


Petor Calamocha. "Cuentecillos atómicos". Ed. Puskas, Budapest, 1971
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Tormento

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Me han trasladado desde el Cilindro y he sido condenado al castigo más cruel que se contempla en nuestro Código. Tras el proceso de reducción seré anclado a un neutrón de einstenio y obligado hasta la muerte a escuchar el zumbido perpetuo de su nube de electrones.

Petor Calamocha. "Cuentecillos atómicos". Ed. Puskas, Budapest, 1971



miércoles, mayo 31, 2023

Tarpeyo negro (Melanio tarpeyis)

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El tarpeyo negro (Melanio tarpeyis) es es el resultado de la hibridación del Platanus orientalis, del Acer rubrum y del Brachychiton populneus. Árbol caducifolio de gran porte (copa de 3 a 65 metros de diámetro) es muy abundante en toda la cuenca del Mediterráneo y en Uruguay, donde es conocido como Tarpeyo oscuro. Su madera es poco apreciada en ebanistería, aunque con sus fibras pueden fabricarse estropajos exfoliantes para personas poco amigas de la higiene. De sus semillas, llamadas bolichas, insertas en cápsulas de alto poder astringente, se elabora un pienso de regular calidad para gallinas y otras aves de corral una vez sometidas (las bolichas, no las gallinas) a desparasitado a mano, cocción y posterior desecado en edificios destinados a tal propósito.
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miércoles, enero 18, 2023

Naranjuela

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NARANJUELA

La comúnmente conocida como naranjuela o naranjilla de encina (Oronja Citrínica) es una seta micorrizógena de amplia distribución en las dehesas del suroeste de la Península Ibérica, que es su área de endemismo. Tiene un epigeo y esporocarpo grandes, con píleo (sombrero) de 5 a 15 cm de ancho, inicialmente redondeado y hemisférico, aplanándose a medida que va madurando. 

Presenta en el sombrero una coloración típicamente naranja, brillante con tiempo seco, ligeramente viscosa con humedad. Su tinte no es siempre uniforme, generalmente es más pálido en los bordes. La lluvia también puede desteñir su tinte. Algunas formas son muy pálidas, incluso blancas. Se puede pelar fácilmente y posee una carne, blanca, densa y tierna. Exhala un ligero olor a flor de azahar que se acentúa con la edad o con la desecación.

Lo más curioso de esta seta es que sus esporas se concentran en laminillas con forma de gajos, estando suspendidas en un líquido anaranjado muy apreciado en la industria farmacéutica (el famoso zumito de naranjuela). En cambio, su interés gastronómico es muy bajo, ocurriendo además, que su consumo habitual y masivo, aparte de presentar cuadros de gastroenteritis, puede producir efectos alucinógenos que llevan al que las come a creerse cantante de ópera e incluso de zarzuela. 
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Cícladas

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CÍCLADAS

                                                    Para Ana Minecan

Hay un hombre ante nosotros que pule una estatuilla,
pero está de espaldas y tal vez se trate de una mujer.
El mar que rodea la isla en la que vive aún no es el mar
de color vino donde Homero extravió a Ulises,
ni mucho menos la isla del centro se llama Delos.
Deberán nacer allí el brillante Apolo y la cazadora Artemis
para que protejan a los héroes (Crono apenas balbucea).
Pero sin importarle nada de esto, 
frente al mar de transparentes verdes,
tan rico de hipocampos y delfines,
el paciente artista sigue puliendo su figurita
con la arena abrasiva que llega de la otra isla.
Solo él o ella conocen su propósito 
—brazos cruzados bajo los pugnaces pechos,
triángulo púbico, abdomen abultado, esbelto cuello—
Nosotros, nada sabemos. Imaginamos, especulamos,
investigamos caminando a tientas como ciegos
y hasta ponderamos la belleza del albo mármol de Paros.
La blancura que no soporta el artista de las figurillas
que no entiende los rostros sin ojos ni bocas,
las cabezas sin largos rizos, los cuerpos sin tatuajes protectores
y que ya trazará la pintora o el pintor del poblado
sin que nosotros conozcamos su porqué, ni Picasso, Brancusi, 
Moore o Modigliani supieran su para qué.

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jueves, enero 05, 2023

Ya vienen los Reyes


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La ruptura unilateral del pacto con los Reyes Magos a eso de los nueve o diez años —yo creo que antes, los niños éramos más ingenuos— representó el principio del fin y la primera prueba de que la existencia toda es una estafa. Hoy le contaba a mis hijos mi experiencia irrepetible, tan parecida a la de ellos, en una noche como la de ahora y en una mañana como la de mañana, en los momentos en que verdaderamente existió el prodigio, y en un nivel, este del prodigio, solo comparable, qué sé yo, al que se le aparece la Virgen o es abducido por un ovni. No había ni puede haber diferencia alguna.

¿Vais a cumplir esta noche con un mínimo del ritual preceptivo, aunque sea el de los zapatos?, ¿tenéis la conciencia tranquila o negra como el carbón que recibiréis si así es? Pues limpios los corazones y los pijamas, acostaos tempranito porque seréis recompensados por SS. MM. los Reyes Magos de Oriente... ¡Ssshhhhh! ¡Callad ya, no habléis tanto, joder! ¡Se están acercando! ¿Acaso no veis la estrella que los guía a vuestras casas y que va dejando un rastro de purpurina en el cielo oscuro?


 

miércoles, enero 04, 2023

2022: Resumen del año lector

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LIBROS QUE LEÍ (casi en su totalidad) EN 2022
—el asterisco indica relectura—

En este año aciago, con la cabeza puesta en otros asuntos, ni siquiera la lectura fue capaz de cumplir con su función evasiva, esa que es capaza de sacarnos bajo fianza de páginas de la cárcel del presente. Sin más dilación, libre de glosas y afeites, presento aquí mi lista anual con el presentimiento de que la correspondiente a 2023 estará aún más desaprovechada:

1. “Diarios” Rafael Chirbes
2. “Los orígenes del pensamiento griego” J. P. Vernant
3. “Amar é pensar” Fernando Pessoa
4. “La civilización en la mirada” Mary Beard
5. “Réquiems” Mauricio Wiesenthal
6. “La llama inmortal de Stephen Crane” Paul Auster
7. “Lecciones de epicureísmo” John Sellars
8. “Sostiene Pereira” Antonio Tabucchi
9. “Filosofía para inconformes” Óscar de la Borbolla
10. “Rewind” Juan Tallón
11. “Ensayos completos” Paul Auster
12. “Eras la noche” Ramón Pérez Montero
13. “Otoño” Ali Smith
14. (*) “Trafalgar” Benito Pérez Galdós
15. “Sombras de la ausencia” Ramón Pérez Montero
16. (*) “La corte de Carlos IV” Benito Pérez Galdós
17. (*) “El 19 de marzo y el 2 de mayo” Benito Pérez Galdós
18. (*) “Bailén” Benito Pérez Galdós
19. “Notas para una posible biografía de Hípaso de Metaponto” Ramón Pérez Montero
20. (*) “Napoleón en Chamartín” Benito Pérez Galdós
21. (*) “Zaragoza” Benito Pérez Galdós
22. “Equipaje” Manuel Mantero
23. (*) “Gerona” Benito Pérez Galdós
24. (*) “Cádiz” Benito Pérez Galdós
25. (*) “Juan Martín, el Empecinado” Benito Pérez Galdós
26. (*) “La batalla de los Arapiles” Benito Pérez Galdós
27. “Tres días del 33” Ramón Pérez Montero
28. “Cuando fui mortal” Javier Marías
29. “Viaje al sur” Juan Marsé
30. “Primera persona del plural” Enrique Rojas Guzmán
31. “Duelo a muerte en Sevilla” Miguel Martorell
32. “Los nueve libros de historia” Heródoto
33. “Cálculo de derrota” Enrique Rojas Guzmán
34. “Pura pasión” Annie Ernaux
35. “Una historia ridícula” Luis Landero
36. “El huésped” Albert Camus
37. “La muerte de los héroes” Carlos García Gual

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