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Sin temor a faltar a la verdad, pueden calificarse de infructuosos los intentos que, de cara a la coherencia ética, ha llevado a cabo Julián de Capadocia por hacerse vegetariano. Sí sabemos al menos, que ha conseguido rechazar de plano el consumo de carne de animales mamíferos pequeñitos, tal los corderitos, lechones y chivos; pero, también sabemos que su fuerza de voluntad, unida a sus convicciones morales, se derrumban ante la vista de un plato de jamón o de un chuletón de vaca. Cuando sucumbe a estas tentaciones, Julián se atormenta y se llena de vergüenza. "Las contradicciones son también piedras con las que cargamos y de las que debemos deshacernos", le ha comentado más de una vez a Pascual, el camarero de la peña deportivo-cultural, una persona atenta que conocedor de las cuitas de Julián, prescinde de acompañar los tintos con sifón que le sirve con alguna rodajilla de chorizo o salchichón, como hace con el resto de socios, sustituyéndolas por aceitunas o altramuces. "Eres un buen hombre, Pascual", le dice Julián empleando un tono cuasi evangélico.
Para Julián, no existe diferencia en cuanto a lo "sagrado-biológico", como él lo llama, entre un humano y cualquier otro animal que disponga de un sistema nervioso y nos pueda mirar con atención a los ojos. La muerte de ellos solo puede justificarse por un motivo alimenticio... Y el caso es que él, se ponga como se ponga, no tiene estos motivos. El conflicto que le supone tal pensamiento, como decimos, lo sume en la desdicha. En todo caso, Julián tiene el pálpito de que está cercana su conversión al vegetarianismo. "Somos carnívoros por delegación; pagamos a matarifes para que nos suministren filetes, lo mismo que en muchos lugares del mundo se paga a verdugos para ejecutar a los condenados", le comentó hace unos días a Esmeralda Carrique, la compañera sentimental de la Charito, su hija. "No se preocupe usted, Julián. Estoy segura que lo conseguirá. De momento, me comprometo a no traerle más lomos, morcillas y chorizos cuando viaje a mi pueblo". ¡Ay, cómo gorgoritean entonces las tripas de Julián nada más escuchar el listado de embutidos!, ¡ay, cómo se le hace la boca agua al pobre!
P.D: Gracias a Esmeralda, hemos conseguido fotocopia de un documento de excepcional interés: nada menos que el carnet de socio numerario de Julián de Capadocia de la peña deportivo-cultural "La Salagartija". Tras mostrarla, la ponemos a buen recaudo en su expediente.
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1 comentario:
Pues he leído con placer y de forma continua la vida de Julián de Capadocia. Encantado de conocer a tan singular personaje. Lo desconocía en absoluto, aunque le he sacado algún parecido con don Romero Tahone. ¿Tienen entre ellos algún grado de parentesco?.
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