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Con seguridad, la pregunta que más veces plantean a Julián de Capadocia los viandantes a los que aborda y que aceptan de buen grado mantener una charla con él, es sin duda: "¿Qué sentido tiene la vida?", cuestión que Julián zanja sin ambages: "Ninguno en absoluto, señor mío (o señora mía)", respuesta que, al igual que los movimientos automáticos de una apertura ajedrecística, viene seguida de otra recurrente pregunta por parte del interpelado: "Entonces, ¿para qué vivir?", que es respondida de inmediato con "Para tentar a la suerte. Cabe la posibilidad de que la vida se desarrolle divertida". Claro está que los más avispados de los interlocutores no se conforman con una solución tan tibia, y al igual que Pascual, el camarero, le plantean otra pregunta lógica: "Pero, ¿y si la vida que llevamos no es más que un continuo sufrir?". Es entonces cuando Julián facilita la respuesta que acaba con un jaque mate que, en un par de ocasiones fue literal: "Señora mía (o señor mío) no hay problema lo suficientemente grave que no lo arregle una soga de dos metros y medio de longitud".
Este final, sume a la mayoría de las personas en la desesperanza, cuando no en el completo vacío, por lo que, para compensar, Julián obsequia a los más débiles con alguna golosina que extrae de su bolso, la famosa Pera: un caramelo, un cigarrillo, un chicle de fresa... "Tome, consúmalo pensando que es el último caramelo que degustará en la vida; porque siempre habrá un último caramelo, no lo dude, como habrá un último de cualquier cosa. Hágalo con todo". A pesar de la buena voluntad que muestra Julián, las más de las veces, tanto el producto como el consejo son rechazados. Que si el caramelo produce caries y engorda, que si el tabaco mata, que si el chicle tensiona los músculos maseteros. Todo ello, ha llevado a decidir a Julián de Capadocia a sustituir esos elementos por barritas energéticas light de diversos sabores o por estampitas de Santa Celedonia. "Total, nadie va a salir del mundo de los espejismos", piensa el hombre.
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1 comentario:
Pues nada, adelante con las vivencias de Julián de Capadocia.
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