martes, julio 07, 2020

Notas para una posible biografía de Julián de Capadocia, 09.

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Ya se apuntó en este estudio que Charito, la hija de Julián de Capadocia, es la depositaria de cuanto escrito generó su padre hasta el momento en que este decidió ser ágrafo. Ciertamente, Charito guarda toda la documentación perfectamente clasificada en carpetas y archivadores, etiquetado todo con rótulos elaborados en cinta Dymo; pero, ay, a pesar de su cuidado, Charito muestra muy poco interés por su contenido. "¡Bah, son cosas de mi padre!" es lo que responde a quien pregunta por ellos. Sin embargo, su compañera sentimental y de piso, Esmeralda Carrique, desarrolló un gran interés por estos papeles en cuanto comenzó a leerlos. Y no solo eso, sino que con el tiempo, llegó a convertirse en una experta en la obra del que podríamos llamar su suegro. Tanto es así, que la locuaz Esmeralda es la que nos proporciona material de suma importancia para pergeñar estas notas biográficas, extrayendo y fotocopiando manuscritos y opúsculos que consideramos de notable importancia.

Esmeralda, a la sazón, profesora de Lengua y Literatura en el IES "Daniel Taganana", aparte de admiradora, siente un profundo aprecio por Julián y lo pasa muy bien durante las visitas que en domingos alternos hace junto a Charito (Charito se turna con su hermano Diógenes). Esmeralda es una mujer animosa, alegre, dicharachera, que llena de besos tanto al perro Zaratustra como a nuestro hombre en cuanto traspasa la puerta como un ciclón de vitalidad y que prepara la merienda mientras hija y padre resuelven algún asunto familiar. Después, ante las tazas de café y los pastelillos, no deja de insistir con arrumacos a Julián en que vuelva a la escritura utilizando trucos como el no saber por qué detuvo una disertación sobre el verdadero sentido de la palabra "eudaimonia". En todo caso, Julián de Capadocia, le da largas gruñendo apenas y alegando razones poco consistentes. "Ya he escrito todo lo que tenía que escribir, ahora solo me apoyo en mis piezas de meditación", dice con seriedad, lo que provoca nuevas protestas de Esmeralda y que Charito, refunfuñe: "¡Pero qué pesados sois los dos!"

Lo que no sabe Julián de Capadocia (pero nosotros sí, porque nos lo confesó nuestra informadora) es que Esmeralda descubrió, mientras efectuaba una limpieza a fondo del cuarto de su suegro, un pequeño cuaderno de pastas amarillas escondido bajo la cama con anotaciones de pocos días antes. "¡Julián ha vuelto a la escritura!", pensó con contento y leyó con rapidez cuanto pudo. La última página escrita la llenó de asombro. Julián de Capadocia, había tachado con trazo enérgico uno de sus aforismos más lúgubres: "No hay problema lo suficientemente grave que no lo arregle metro y medio de soga". Bajo él, con letra temblorosa, aparecía un renglón: "Esmeralda es la luz de mi vida"... Esto es un secreto que solo conocemos Esmeralda, nosotros y ahora ustedes, lectores de estas notas.
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