sábado, febrero 13, 2021

Notas para una posible biografía de Julián de Capadocia, 39

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39

A veces, a Julián de Capadocia le gusta vagabundear, andurrear por las calles sin propósito alguno, incluyendo el de no pegar la hebra con un prójimo inocente. Es así, que en muchas ocasiones ha terminado tumbado en algún banco del parque hasta quedar traspuesto como un mendigo beodo que duerme la mona. Lo ha desvelado entonces el sonido de las pisadas que un corredor deja en la gravilla o el aleteo de una paloma que se paseó sobre su pecho, dejándole en la camiseta unas cuantas cagadas. O ha despertado con su piedra pompeyana —la que le ayuda a conciliar el sueño— caída en el suelo porque se le abrió la mano y se soltó. Entonces, se incorpora, y como la bombilla que enciende un interruptor, se le viene a la cabeza algún aforismo nebuloso al que más tarde dará definitiva forma. "Vivir consiste en luchar por alejar de nosotros el pensamiento de que la vida no vale nada, de que no tiene importancia alguna".

Tras el asalto, bosteza, se despereza, respira hondo durante un par de minutos y vuelve a su casa, silencioso como un disciplinante. Pero desde hace un tiempo, ha encontrado un sencillo bien que le sirve para animarse tras estas jornadas tan azarosas como solitarias: el que le supone activar el móvil y ver en la pantalla la fotografía de su nieta Eva, que tiene dos meses recién cumplidos. "¡Si esta criatura supiera escribir...!", piensa Julián. "Dos meses son edad más que suficiente para plasmar una interesante autobiografía". 

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