Este inodoro para discapacitados goza de un diseño potente. Pero lejos de romper con barreras arquitectónicas, su gran alzada lo hace, incluso, mayestático; apropiado para perorar ante un auditorio que se disputaría ferozmente cada uno de los centímetros cuadrados del cubículo. Su solemne conjunto de barras, su mecanismo de palancas, lo hace también artilugio gimnástico o aparato de tortura. Depende.
Lástima que fuera una simple micción (efectuada de puntillas) la que nos ocupó. De seguro que un tiempo entretenido en aguas mayores nos hubiera reportado una grata experiencia.
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