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"...en París representaron años muy duros, hasta verse obligado a dormir muchas noches en los bancos de los parques, pues no siempre el dinero que obtenía dibujando retratos y caricaturas por plazas y cafés le alcanzaba para pagar una cama en algún albergue de mala muerte. Fue en el Café de la Rotonde donde Amedeo Modigliani lo conoció en una de esas noches donde la abstenta hacía más llevadera su vida de interminable bohemia. La extrema juventud de Kratos llevó al italiano a ejercer cierta función de protector, presentándole a muchos de sus amigos pintores e, incluso, alojándolo a veces en su mísera buhardilla familiar. En las cartas remitidas a su hermano Vinsentö, Kratos le da cuenta de esta amistad y relata prolijamente sus carencias, pero sin perder nunca el ánimo ni la confianza en su éxito como artista: "Hace ya meses que no como otra cosa que pan y queso o los horribles platos de pasta que prepara Jean, la esposa de mi amigo Amedeo. La semana pasada, Modi, que es como lo llamamos, me hizo un retrato que me ha regalado y que sin que él lo supiera, me vi en la obligación de empeñar, pues necesitaba unos zapatos. Prometo que en cuanto firme el contrato con el señor Lavande y cobre los primeros francos, recuperaré el cuadro. Te ruego que no cuentes nada de esto a nuestros padres y que no te preocupes por mí, porque el asunto Lavande va a remediar todas estas carencias de un modo inmediato".
(De "Pintores y sus pinturerías", Alejandro Ulloa)
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