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"En sentido contrario al que acerca al caminante a la villa de Flochiz, el atajo que conduce a la vecina Bröte, cruza el bosquecillo de robles que debía atravesar Kratos Morretöl para llegar a la llamada Casona del Obispo, donde impartía clases de dibujo a las hijas del notario Huxpe, unas trillizas que respondían a los nombres de Sepi, Sipi y Sopi, veinteañeras pizpiretas que, en cuanto se relajaba la vigilancia a que las tenía sometidas su mamá, no dejaban de cometer travesuras, víctima de las cuales no era otro que el tímido Kratos. Sea por esta coincidencia en sus nombres que, hasta no hace mucho, ni los más viejos del lugar sabían aclarar a cuál de ellas correspondía la S inicial con que se acompañó la K de Kratos en todos los corazones atravesados por flechas que aparecieron grabados en los troncos de los árboles y que todavía pueden admirar los turistas aficionados al arte. En todo caso, las nuevas investigaciones que se iniciaron en el Departamento de Grafología de la Universidad de Vullinas, han arrojado luz sobre el asunto, determinando que la misteriosa S pertenecía en realidad a Sapi, madre de las muchachitas y esposa del notario..."
(Alejandro Ulloa, "De pintores y de sus pinturerías").
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