martes, noviembre 08, 2011

Placeres Mundanos

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"Pollo a la Coca Cola", el pollo de Internet

Para M. del Romero Sánchez


Traemos hoy a estos fogones de la Señorita Pepis una receta que ha cobrado celebridad en Internet y que dada su facilidad y rapidez de ejecución merece el interés de los curiosos apresurados. Se trata, cómo no, del famoso “Pollo a la Coca Cola”, pero enriquecido en esta ocasión por un bonus que hará las delicias de grandes y pequeños.

En efecto, para comenzar el proceso lo primero que necesitaremos es un pollo troceado, o medio pollo o un cuarto de pollo o el pollo que se juzgue conveniente según el número de comensales y su grado de necesidad fagocitatoria. Una vez salpimentados los trozos, los pasaremos por una sartén con aceite para ‘sellar’ la carne hasta que pierda la crudeza de su crudo color (fig. 1). Poco antes de apartar el pollo del fuego —¡y ojo que aquí viene el truquito!— lo flambearemos con una copita de ron… ¡No me dirán que tal añadido no casa bien con la posterior Coca Cola! Tan bien, tan bien, que perfectamente podríamos cambiar el nombre de la receta y llamarla “Pollo al Cubata”, siejke hasta se le podría complementar con una rodajita de limón para acrecentar el efecto .



Tras el sellado, depositamos el pollo descuartizado y sus jugos en una olla exprés o rápida o ultrarrápida. En este momento es cuando hay que trastocar el dicho que reza “Donde tengas la olla no metas la polla” por “Donde tengas la olla mete el pollo”. Una vez dentro echaremos mano de la batería de ingredientes (fig. 2). 

 Espolvorearemos primero el contenido de una sopa de cebolla de sobre… ¡versátil producto que ya hemos visto utilizar en otras propuestas!... y removeremos bien (fig. 3). Seguidamente le tocará el turno a un buen chorreón de kétchup, el suficiente como para colmar dos cucharadas soperas (fig. 4). Removemos again. Para finalizar, verteremos una lata de Coca Cola normal, nada de Light ni de Zero, esa chispa de la vida que en una de sus habituales boutades Rafael Alberti llamó “repugnante mejunje imperialista” (fig. 5). Y ya está. Cerramos la olla y la dejamos el tiempo necesario que indica el fabricante según su velocidad, tortuguera o supersónica… 10 minutillos en la nuestra contados desde el primer silbido.


Una vez transcurrida la cocción, destapamos, y dejamos un rato que reduzca la salsa si es necesario (fig. 6). Si tenemos mucha prisa podemos espesarla con una pizca de Maizena o un chorrito de nata líquida. Servimos, y armados con un buen pan para mojar sin denuedo (fig. 7), nos comemos el ex animalito y lo que le acompañe con la seguridad de que el siestorro que prosiga a la ingesta pollera estará lleno de sueños apacibles. 
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2 comentarios:

K. Whitmore dijo...

Doy fe de que está bien bueno (a falta del toque cubata que ya es para gourmets). Pero más envidia me da ese pan que asoma por ahí y que sospecho ha salido de tus manitas ;)

Furacroyos dijo...

Sé que es más antiguo que los balcones de palo, paisa, pero prefiero la del pavo al güiki.
:-D