In Hoc Signo Vinces
Cuando las fuerzas aliadas de la República Federal Ibérica y de Nuevas Galias, limpiaron de sediciosos la isla de Irlanda y se procedió a su repoblación con gentes traídas de Castilla-La Mancha, los primeros colonos establecidos en ella se agruparon bajo el signo de la Cruz Dioneada, que es la que había campeado en los estandartes del general Pierre Berruezo.
También, el halo milagroso que rodeaba a esta cruz, propició que su uso como objeto de culto traspasara las fronteras, y así, cuando en 2058 se desataron las hambrunas que siguieron al TGH (Tercer Gran Hundimiento) del continente europeo, se llegó a pagar por alguna de ellas cifras escandalosas, y aunque el mercado se colmató de falsificaciones, la gente prefirió abonar los 750 neokópecs del precio establecido por el gobierno manchegoirlandés antes que adquirir imitaciones en las tiendas de estadounidenses de las de todo a 100.
De esta manera, ladinos comerciantes hicieron que los miles de ingenuos que creían ver en la Cruz Dioneada solución a sus penurias y alivio en la enfermedad, sufragaran los gastos para construir en el mismísimo centro de Dublín el mayor Casino de Eurasia. Como años más tarde declaró en sus memorias el propio general Berruezo… “Sí; yo vi como en plena batalla una vivísima luz que descendía del cielo se posaba sobre el estandarte, dibujaba una cruz y escribía a su alrededor 'Bajo este signo vencerás’; pero vamos, de ahí a acabar todos arruinados por la ruleta y el bacarrá, me pareció un abuso del gobierno…”
(Para los despistados de última hora, recordamos que ya salió la pedefeada complet versión de ‘Merceditas, la hija del indiano’. Pinche aquí, ande, ande, y no sea tonto: Las Ediciones del Vecind(i)ario )
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