"...el mar, la mar, siempre el mar. Como suele suceder entre personas del interior, el mar supuso para Kratos no solo una inspiración sino una obsesión, tal vez inducida por las historias que le contó de niño el viejo Heujenies Torp, un marinero que sirvió a bordo del ballenero Pequodo y al que un tiburón blanco cercenó ambas piernas cuando se equivocó al adoptar la postura de evacuación intestinal sentado en la borda de estribor. "Lo que más añoré a partir de entonces fue subir a la cofa y gritar aquello de ¡Por ahí resoooplaaa...!"
(De "Pintores y sus pinturerías", Alejandro Ulloa)
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