LA EXPIACIÓN DE PARREÑO
Fueron al menos dos años los que dedicó Lorenzo Parreño a
decidir qué instrumento musical aprendería a tocar en el Conservatorio de su
ciudad, Jaramilla. A todos los que examinó les fue encontrando una pega: el
arpa era aparatosa, el oboe necesitaba de mucho soplar, el violín era
complicado, el pífano un poquito cursi... y él lo que quería, lo que necesitaba
era algo contundente que le ayudara a aliviar sus tensiones y a aminorar la angustia vital
que lo iba invadiendo día por día; así que finalmente se decidió por el bombo.
"Un buen bombo y una buena maza es cuanto me hace falta” —se dijo— “Ah, y
un frac para cuando me haga músico de verdad".
Fue así que matriculado en las clases de percusión, se especializó al cabo de
un lustro en el aporreo del dichoso bombo, instrumento con en el que confirmó
que había encontrado salida a sus pesares. Así que cuando, formando parte ya de la
orquesta filarmónica de Jaramilla, emprendió por vez primera la partitura de la
Novena de Beethoven, golpeó con tanto entusiasmo el bombo, que en cada nota
vertió con creciente brío muscular su preocupación por el cambio climático del
planeta, por los refugiados de las guerras, por la explotación laboral de los
niños en el Tercer Mundo, por la trata de blancas por parte de las mafias
eslavas... Cada golpe de la maza percutía en el parche con doblada fuerza y lo
hacía congestionarse; la cara roja y la calva sudorosa fueron señales
preocupantes de un próximo colapso, lo que obligó al director a detener la
ejecución de la obra ante la estupefacción del público.
--¡Pero por favor, Parreño, aténgase a la cadencia que marca la partitura
porque de seguir golpeando así el bombo se nos va a desgraciar!
--¡Calle, calle y continuemos, don Federico (don Federico fue el director
invitado en la temporada de conciertos de 2027) se lo pido por favor! ¡Mi bombo
y yo hemos venido al mundo a redimir los pecados de los hombres!
Y dicho esto y en vista de que Lorenzo no deponía su actitud, don Federico
agitó de nuevo la batuta y la sinfonía se retomó con golpes de bombo cada vez
más fuertes: "¡Por la codicia de muchos, por el egoísmo de los poderosos,
por la injusticia de quien debería impartir justicia!" salmodiaba Lorenzo
a grito pelado, llevando tanto a sus compañeros como al público por medio del
ensordecedor aporreo a una catarsis que
acabó en aullidos de exaltación y que al terminar la obra de Beethoven, como en
una sesión de santería caribeña, hizo que el bombo siguiera resonando a los
compases de la "Marcha Radetzky" con el público enfervorecido, presa
de la histeria colectiva y con un Lorenzo Parreño que con los nudillos
descarnados y los ojos fuera de las órbitas, seguía gritando con cada
golpetazo: "¡Yo soy la voz que clama en el desierto!, ¡yo soy el camino,
la verdad y la vida!¡Bienaventurados los que tienen hambre porque ellos serán
saciados!"
Cuando finalmente, el bombo quedó destrozado a mazazos y Lorenzo Parreño, víctima de una embolia, evacuado del escenario por los servicios médicos de urgencia, la interpretación del tema “El relicario” del maestro Padilla,
tranquilizó a espectadores y ejecutantes y pudo seguirse el desarrollo del
programa sin mayor contratiempo. Sobre el escenario, entre los contrabajistas y
un señor que tocaba el xilófono, quedó el bombo de Lorenzo, que hecho astillas
y con el parche ensangrentado como un tambor de Calanda, daba cuenta de lo
acontecido durante aquella velada musical cuyo recuerdo se desvaneció como un
sueño a los pocos minutos.
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Solución al Damero anterior (nº 63)
A. Derogan, B. Ondeas, C. Ungirás, D. Grafiosis, E. Lamparón, F. Alumbrar, G. Somera, H. Payazo, I. Ramplón, J. Efebo, K. Sordao, L. Tuyos, M. Óperra, N. Náyade, Ñ. Inglesia, O. Majorera, P. Payés, Q. Amanda, R. Chiclán, S. Turrón, T. Omisa.
Acróstico: Douglas Preston, "Impacto".
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3 comentarios:
A unos les da por aporrear el bombo, a otros tocar la flauta, a otros rasgar las cuerdas del ukelele, el caso es dar el coñazo.
Muuy bueno, güey. No te imaginas cómo tus fieles lectoras celebramos que retomes tus obligaciones escritoras, particularmente si lo haces sobre distopías hispanas, mis favoritas.
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Gracias, sr. Carrasco y Carlos por vuestra paciencia, ora como dameristas, ora como lectores.
:-)
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