De cuando (otra vez) fuimos los mejores.
José María Meléndez, conocido como “el Palmito” por razones
que escapan a nuestras entendederas, jugaba al tenis. El asunto de la raqueta y
la pelotita admiraba a los niños del bloque que dedicaban sus ocios deportivos
a practicar un fútbol salvaje en el callejón con un balón de tómbola. Había que
admitir que aquello del tenis era por así decirlo, una ocupación más fina, una
actividad propia de espíritus elevados, incomparable con el plebeyo ejercicio
de darle patadones a una pelota.
José María Meléndez “el Palmito”, tenía como rivales
deportivos al Páez, a un tal Wenceslao y a otro tal Peribáñez, sujetos todos
que estudiaban el bachillerato. Jugaban en el ‘campito amarillo’, aunque cuando
éste se convertía en una polvareda de albero ocupada por las hordas futboleras,
tenían a bien el trasladarse con sus bagajes al mentado callejón, socorrido
recinto polivalente. Allí se comprobaba que el grupo de selectos tenistas era
animoso. No les preocupaba en absoluto que no hubieran utilizado jamás una red,
que desconocieran las reglas del tenis o que fueran incapaces de dar más de
tres raquetazos seguidos porque esta clase de inconvenientes los suplían con
las buenas ganas.
Al final, José María Meléndez “el Palmito”, adornó su
antebrazo con una muñequera y más tarde apareció apretando una pelota de goma
como gimnasia para fortalecer los músculos de la muñeca. Los niños, grandes
amantes de los detalles efectistas, quedaron sorprendidos al darse cuenta que
José María Meléndez “el Palmito”, se había transformado ante sus ojos en un
tenista de verdad, como los que salían en la tele. Por eso en un rincón,
asombrado, Enrique Peralta contemplaba el juego rascándose las verrugas de la
mano sin importarle que de vez en cuando tuviera que ir en busca de la pelota
blanca y peluda que saltaba tapias, se escondía bajo los coches y se perdía más
allá de la carretera.
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3 comentarios:
Frases que valen su peso en oro: "Los niños, grandes amantes de los detalles efectistas..."
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Querido Abuelito, deseo que su pronta retirada anual a los Bosques le depare a sus huesos venerables el descanso que merecen y en cambio, vigoricen y tengan activos los cuerpos cavernosos.
Feliz veraneo.
:-)
Pues no sabía yo eso del "palmito".
Al Peralta sí lo recuerdo.
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