¿Es
Ud. torpe, es Ud. un gandul o una holgazana? Pues cerdo y frutas
Ocurre
en ocasiones que para señalar la incompetencia de una criatura recurrimos a la
expresión “tú no sabes ni freír un huevo”, algo erróneo por completo ya que freír un huevo no es nada
fácil pues requiere de un arte y unas disciplinas coquinarias cuyo dominio sólo se alcanza tras
años de práctica. Por lo tanto, mi propuesta pretende sustituir tan desacertada
frase por otra más ajustada al pequeño rapapolvo: “Andaaa, quita, quita de ahí
que tú eres tan torpe que no sabes preparar ni un solomillo de cerdo con
manzanas y ciruelas”. Ahora sí, ahora sí que podemos causar la vergüenza del
motejado de inútil.
Así que
para ellos, pero también para todos los que entienden que la cocina se basa en
sencillez de preparación + rapidez de ejecución, traigo esta propuesta que sin
duda hará las delicias del aficionado, tanto torpe como holgazán, pues aúna
perfectamente las dos premisas citadas. Se trata, como digo, del solomillo de
cerdo con manzanas y ciruelas (fig. 1)
Veamos.
Dependiendo de los comensales que nos van a gorronear y el hambre que traigan
dispondremos entre uno y dos solomillos de cerdo que cortaremos en trozos
hermosos como de ración. Pero ¡ah, que no se olvide un detalle!, una hora
antes, maceraremos en coñac un buen puñado de ciruelas pasas (fig. 2) Al efecto
eché mano de un coñac chungaleta, pero de gran capacidad evocativa: coñac
Terry, el de la malla amarilla que nos poníamos de niños en la cabeza para
parecer personajes goyescos.
Okey,
basta de detalles pictóricos y prosigamos: Efectuadas tan sencillas operaciones
procederemos a sellar la carne con alegre fuego, haciendo descansar los cachos en
amplia sartén aceitada con un par de cucharadas de óleo (fig. 3). Una vez
apartados los trozos los salpimentaremos (fig. 4) y pasaremos a trocear un par
de manzanas y una cebolla grande (servidor utilizó dos pequeñas de esas moradas
tan azucaradas por lo que decidió emplear manzanas ácidas para contrarrestar tanto
dulzor, que es mu malo para la ciática) (fig. 5).
Concluida
la cocción, dejamos que la olla —qué bonita rima tiene la palabra— pierda
presión, abrimos y completamos el
mejunje con las ciruelas pasas ya hidratadas. Removemos (la manzana y la cebolla
formarán como un puré) y dejamos que cueza todo a fuego lento dos o tres
minutillos más (fig. 6). Ya está. El plato está listo para servir. ¿No querían
rapidez?
Confesión:
El semi-desastre ocurrió con la guarnición ya que para acompañar el plato preparé
unas patatas al horno cortadas en tiras, pero dado que se me olvidó aceitarlas,
al final se me quemaron de manera harto curiosa. Así que la soberbia
composición que muestro en la foto final con hojita de lechuga inclusive, se
afea un poco por culpa de las malditas patatas. ¿Pero qué pasa?, ¿es que acaso
ustedes son infalibles o qué?, ¿qué pretenden?, ¿hundirme en el desprestigio?
Miraaaa, miraaa ahí don Perfecto y doña Perfecta… Huuuuuuuuy, todo lo hacen
bien… Huuuuuy, nunca la cagan... Qué gente más odiosa son Uds.
En
contrapartida y para demostrar que hasta de manera muy indirecta del cerdo todo
se aprovecha, la quemazón de las patatas produjo un objeto al que el azar le ha
dado categoría de artístico. El papel vegetal dispuesto sobre la bandeja del horno, tomó inopinadamente estos colores y estas texturas. Vamos, que mañana o pasado lo mando a enmarcar.
¿La época de Mali de Miquel Barceló? Bah, ríanse de ella al lado de este prodigio:
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6 comentarios:
Pero ¿existe todavía el coñac Terry o es que aún te dura? Y ¿qué me dices del Fundador? Está como nunca, está como nunca, está como nunca... ¡Fundador!
Oye, la patata quemada, efectivamente, me encanta. La foto, digo, no el sabor.
Y en estos lugares míos, donde no se encuentra el coñac Terry (nunca me dado por buscarlo, lo confieso), ¿con qué podría yo sustituirlo? Ah,ya sé con el vino que hace mi esposo. Salgo ahora mismo a comprar los solomillos.
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Pues sí Ángela, sigue existiendo el coñá Terry y hasta convive con el Fundador, el Veterano y con el Soberano, aquél que era "cosa de hombres".
No entiendo cómo la casa Terry no se ha expansionado hasta alcanzar Ciudad Veloz. A los sioux les tiene que encantar. ¡Hazte representante!
Gracias.
;-)
¡Eso, eso, tú dame ideas, como si no tuviera yo bastante! Te envío esta noticia del New York Times para que veas que hacerme representante de Terry puede no ser la mejor idea del mundo en territorio sioux.
http://www.nytimes.com/2012/05/06/opinion/sunday/kristof-a-battle-with-the-brewers.html?_r=1&ref=nicholasdkristof
Observo que la botella de vino ha quedado terriblemente menguada, así que no me sorprende la creación de tan artísticas chamusquinas, ¡habrá salido ardiendo el alcohol!
Calificar con categoría de artístico el estado del papel vegetal, tras el achicharramiento de las pomme de terre, sólo puede ser debido a una particular observación de lo que el resto de la humanidad denomina arte. O a la ingesta del Terry sobrante. Por lo demás, querido Sap, hemos comido a cuerpo de rey.
:-)
.
Álvaro y Nicolás, gracias por vuestro interés culinario. El vino era un blanco del Penedés, el apreciado Bach; botella que ya llegó menguada a la mesa por los tientos dados durante el proceso. Luego nos vimos en la obligación de abrir otra.
Lo único que faltó en la cocina era aquella muchacha del Terry que se paseaba en un caballo blanco, Nicolás.
:-)
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