Un corrillo formado en una calle comercial. Una señora está en cuclillas en el suelo. Apoya la espalda contra la pared. Su peinado de peluquería es como un casco de laca con dos caracolas sobre la frente. A su alrededor unas bolsas de plástico con las compras. En el aire un hedor insoportable. La señora tiene bajo las piernas un charco de mierda. De su propia mierda. Se ha ensuciado la falda, las medias, los zapatos caros y está llorando. Una hija apenas adolescente y un hombre cualquiera tratan de incorporarla. La señora en su desesperación se tapa la cara con un pañuelo manchado también de mierda y dice que no con la cabeza. De una tienda sale un muchacho con un cubo de agua. El silencio es absoluto en el corrillo.
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3 comentarios:
¡Y morbo escatológico el mío, al buscar a esa señora en la foto!
... un cuento más cruel que los de Villiers...
Sap, tuviste una premonición clarividente.
-¡Mucha mierda! - claro. Pero creo que se refería la frase a cajoneras de caballo a la entrada del teatro. Bueno. También podría ser una metáfora. Mira, tú por donde.
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