Son ya casi seis años de una condena, en que admitido como regalo y como prenda de apuesta, prometí cargarlo conmigo en todo momento, en todo lugar, impasible a las burlas y a las miradas de sorpresa. Toda esta vergüenza no tendrá fin hasta su propia destrucción por agentes externos pues no vale, como sería mi deseo, destrozarlo a martillazos. La horrenda efigie que lo asemeja a un simio plateado, parece fabricada en un metal indestructible, como el de alguna pieza importante de una aeronave. Espero con paciencia los efectos físicos del rozamiento, pero en seis años sólo han logrado darle más brillo a este ejemplo del kitsch más canalla. ¡Cuánto odio a Camabrón!
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2 comentarios:
Vaya regalo y vaya apuesta, pero si parece que le falta un diente y todo.
Hay personas que su sudor ennegrece las llaves y objetos de ese parecer aunque tú pareces todo lo contrario.
¿te busco a alguien que le quite el brillo?
¡qué bueno!
Besos y risas
Buenas esto del famoso llavero esta mandado por los dioses y deshacerse de el sin más puede ser una injusticia a partir con todo lo glorioso y divino, Francisco Manuel si te toco que sea bien venido, lo veo como un objeto único e irrepetible.
Por mis datos tenicoquimico debo de decir que el compuesto ferreocalaminosao del llavero es prácticamente irrompible, solo pienso que el deshacerte de el sería una perdida involuntaria, no hay otra, duerme tranquilo que el te protegerá.
Creer o no creer lo divino o lo glorioso, dioses y diosas nos salvaguardan.
Saludos.
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