lunes, octubre 22, 2012

Movilgrafías: El redistribuidor pertinaz

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Con anterioridad presentamos a nuestros queridos seguidores dos interesantes casos de las controversias vecinales que se producen en el edificio que habitamos y que tienen fiel reflejo —nunca mejor dicho— en el espejo del ascensor en modo de pasquín acusatorio. Ellos fueron (pinchen sin miedo en los enlaces) el Misterio de la Colilla Voladora y el no menos interesante del Enigma del Miccionador Anónimo. Ambos sin resolver a fecha de los corrientes.

Hoy, nos permitimos engrosar la colección con este aviso que conmina a reconsiderar de manera enérgica el comportamiento incívico de un vecino fastidioso del que desconocemos su identidad así como la del denunciante. Sin duda, resulta llamativo el horario tan definido que el acusado ha elegido para realizar su molesta labor; pero habremos de coincidir en que si es por ganas de importunar al prójimo, las horas son las más propicias., ya que proceder a arrastrar muebles con animus iodendi a —pongamos— las once y media de la mañana pues no sería demasiado efectivo. O sea, que en este punto, todo es correcto; algo que, por supuesto, no entiende el denunciante que ganado por la furia y la impotencia, termina su escrito con una amenaza a la que -¡ay!- falta definición en su contundencia.
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lunes, octubre 15, 2012

Maravillas del Mundo, 17

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LA BALSA DE PIEDRA


En la primavera de 2068, y dentro de los actos de celebración con que la reina Leonor I y su esposo, el Gran Mandarín Wang Zou pusieron fin al proceso reunificador ibérico auspiciado por el Gobierno del Celeste Imperio, se reeditó un antiguo éxito discográfico que alcanzó los primeros puestos en todas las listas de ventas, algo impensable en los malhadados años en los que la Humanidad fue víctima de la ponzoña de Internet.

Claro que para la ocasión hubo de adaptar la portada original a la nueva realidad, siendo así que aquella aberración que se llamó Europa hubo de desaparecer del diseño.

Como se puede observar en la ilustración, sobre la geografía que hollan los mocasines del Gran Manolo, artista que gozó de amplia fama un siglo antes, las fronteras se han eliminado. Portugal y España forman ya de manera definitiva una unidad llamada “¡Viva España!” bajo el sonriente sol que la alumbra. Por fortuna, la frialdad del diagrama original se animó para la ocasión con una pareja de andaluces danzantes y una plaza de toros situada en el corazón de Cataluña, lugar donde la tauromaquia resurgió con fuerza suficiente como para convertirse en razón identitaria.

A partir de la fecha, el disco, que logró vender más de 200 millones de ejemplares, animó los guateques, boîtes y bailes de salones parroquiales a lo largo y ancho del orbe, llegando a convertirse en himno oficioso de nuestro Nuevo Orden y regocijo sin fin para los turistas que nunca dejaron de visitar nuestras costas incomparables.
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Podrá encontrar más "Maravillas del Mundo" en este mismo blog utilizando el buscador que ponemos a su disposición en la esquina superior izquierda de la pantalla. No deje de ilustrarse sobre el futuro que nos llega.
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martes, octubre 02, 2012

Damero Mardito, nº 42 (octubre)

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Funesto, el memorioso

En principio fue el Verbo, sí; pero el caso es que la candente mañana de febrero en que Beatriz Viterbo murió, Gregor Samsa se despertó después de un sueño intranquilo, encontrándose sobre su cama convertido en un monstruoso insecto y hubo de recordar aquella tarde remota que su padre lo llevó a conocer el hielo en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme. Gregor Samsa dudaba: Ser o no ser, esa es la cuestión, porque era insecto y a la vez era pequeño, peludo, suave, tan blando por fuera que se diría todo de algodón, que no llevaba huesos. Quien lo vio fue el orondo Buck Mulligan, que llegó por el hueco de la escalera, portando un cuenco lleno de espuma sobre el que un espejo y una navaja de afeitar se cruzaban. “Pueden ustedes llamarme Ismael”, dijo a los luego presentes, y comunicó: “Hoy a muerto mamá. O quizá ayer. No lo sé”. Ajeno a esta disquisición, a Gregor Samsa sólo le preocupaba si encontraría a la Maga. La recordaba como si fuera anoche, cuando meciéndose como un navío, llegó a la puerta de la posada profiriendo aquel grito: “¡El Maelstrom!“ ¿Podía nombre más espantoso haber resonado en sus oídos de insecto en situación tan terrible? Nunca lo supo, porque cuando despertó de nuevo, el dinosaurio todavía estaba allí.

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¿Que dónde conseguir el Damero Mardito de este mes? Pues como siempre, en su kiosco habitual y gratis total. Aquí: El Damero del Vecind(i)ario
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