sábado, junio 22, 2019

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Los aforismos de don Julián de Capadocia, 01.

La sala de cine es enorme, con un aforo que parece ilimitado. En cambio, las dimensiones de la pantalla no son extraordinarias. Es una pantalla más bien pequeña. Frente a ella se organiza el graderío en una disposición tan inclinada que permite la visión de la película que se proyecta desde cualquier lugar y sin molestia alguna para los espectadores. La gente entra y sale de la sala a oscuras, iluminada apenas por los reflejos de la pantalla, el haz de luz del proyector y las linternas de los acomodadores. Al acceder a la sala desde las filas más altas, los nuevos espectadores son recibidos por ellos, que los ayudan a organizarse en grupos, u ocupan butacas solitarias. Lo mismo se reúnen varios amigos que al rato alguien se levanta y se dirige a un grupo de familiares, siempre en sentido descendente. O se sientan emparejados. O solos. Nadie permanece mucho tiempo en su asiento. Cuando deben cambiar de lugar, reclaman el servicio del acomodador. Los acomodadores tienen mucho trabajo. Se mueven con eficacia por los pasillos del graderío sorteando a los vendedores ambulantes de refrescos, atienden a los que ingresan en la sala, reubican a los que así lo solicitan, acompañan a los que son señalados hasta la salida. Aunque no lo admite el reglamento, aceptan propinas de los que desean retrasar el descenso.

La película se proyecta de manera continua y no se conoce la duración de su metraje. En la pantalla aparecen paisajes y animales, niños que se deslizan por un tobogán, obreros que construyen un rascacielos, un camaleón que devora un saltamontes, fragmentos de filmes expresionistas, las pirámides de Egipto, orquestas caribeñas, un anuncio de detergente, un volcán en erupción, una troupe de saltimbanquis. A los sonidos naturales se superponen bandas sonoras de películas memorables. Un hombre se afeita a los acordes de un adagio, una mujer decapita a un cordero mientras suena un motete barroco. Un bebé sonríe cuando escucha la voz de Audrey Hepburn. Desde un balcón, Mussolini aparece gritando sobre una cantata de Bach. Los espectadores siguen la proyección tan fragmentariamente como la proyección misma. Los acomodadores, incansables, se afanan en ubicar a cuantos entran y en tocar el hombro a los que deben salir de la sala siempre oscura. Los señalados parecen no enterarse, remolonean en las primeras filas, buscan monedas en sus bolsillos. Hasta el tercer o cuarto aviso no abandonan su butaca y se dejan acompañar por el acomodador hasta la pequeña puerta situada a la derecha de la pantalla. Cuando el acomodador los despide, los señalados se resignan al fin, levantan una mano como saludando. Mientras, sin detenerse en momento alguno, continúa la proyección, y en las gradas, prosigue el trasiego del gentío innumerable --espectadores, vendedores, acomodadores-- que abarrota la sala y la llena de ruido y de furia.
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jueves, enero 03, 2019

2018: Resumen del año lector.

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Este año ha sido más abundante en títulos, pero solo porque muchos de ellos eran volúmenes de una delgadez anoréxica. A diferencia de otras ediciones, acompaño cada título con un breve comentario.
Hale, ahí suelto mi ristra de libros atados unos tras otros como chistorras...
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1. “La mitad del alma” Carme Riera.
No me acuerdo de nada. Creo que era una novela romántica o algo.

2. “Historia de la filosofía moderna” Varios autores.
La filosofía –que nunca estudié de manera reglada—comenzó a interesarme hace unos años. Este es un sencillo libro de divulgación para el autodesburramiento.

3. “La gran pesquisa” Tom Sharpe.
Divertido, irónico, como todo lo de Sharpe. Algo anticuado también.

4. “Tractatus lógico-philosophicus” Ludwig Wittgenstein.
Un corto ensayito tras un título tan largo y pomposo. Esto es otra liga. Solo alcancé a entender un 5% de lo que expone. El autor es fascinante.

5. “Como la vida misma” Luis Juan Hurtado.
Memorias de un jubilado ubetense prologadas por Antonio Muñoz Molina. Literatura pop en todo su sentido. Muy interesante y muy amena.

6. “Mi credo” Herman Hesse.
Compilación de escritos espirituales del autor alemán. Debió ser una buena persona.

7. “Un andar solitario entre la gente” Antonio Muñoz Molina.
Inclasificable producción de AMM. A pesar de sus trancas y barrancas, a mí me causó mucho placer leer esta prosa moliniana. De lo mejor de este año, ea.

8. “El juego de los abalorios” Hermann Hesse.
Novela críptica, filosófica y espiritual, donde abundan los pasajes tediosos y las escenas entre maestro sabelotodo y alumno atontolinao, ambos con túnicas.

9. “Los Watson” Jane Austen.
Proyecto fracasado de novela. Señoritas que quieren casarse con jóvenes apuestos. Nada memorable.

10. “El festín de Babette” Isak Dinesen.
¡Mejor la peli, dónde va a pará! Mininovelita muy concentrada y olvidable.

11. “Epicuro” Carlos García Gual.
Descubrimiento luminoso de este profesor, extraordinario ensayista. Epicuro es la figura que he tomado como base para edificar mi propio pensamiento, quitando, poniendo y modificando. Libro imprescindible para entender al denostado griego.

12. “Una rubia imponente” Dorothy Parker.
Una chuminá.imponente.

13. “Demian” Hermann Hesse.
Relectura de mi novela favorita de Hesse. Pero hay que leerla por primera vez con 18 años o por ahí. Aguanta el tipo. Muy buena.

14. “Kew Gardens y otros cuentos” Virginia Woolf.
Lo primero que me echo a las gafas de Mrs. Woolf y a fe mía que no ha sido bocado de mi gusto. Una cosa translúcida, evanescente, flotosa como un fulard de gasa.

15. “La secta del perro” Carlos García Gual.
Ensayo y compilación del profesor García Gual sobre los cínicos, esos individuos tocapelotas que fueron los antisistema del mundo clásico.

16. “Historia de nuestra familia” María Rubio Pizarro.
Memorias de una prima de mi madre, tal vez uno de los miembros más singulares de entre sus parientes por ser hija de la emigración a los Estados Unidos en los años 20.

17. “El atrevimiento de mirar” Antonio Muñoz Molina.
Recopilación de reflexiones del ubetense ante diversos cuadros de distintas épocas. Nadie como AMM escribe sobre pintura en España. Magistral.

18. “La montaña mágica” Thomas Mann.
¡El Gordo, ha salido el Gordo por fin! Obra maestra de la literatura.

19. “Trabajo sucio” Eva Vaz.
Único poemario leído durante este curso lector. Gran cantidad de versos dedicados a sus propios dientes y a su vida sexual. Me encantó.

20. “De qué hablo cuando hablo de escribir” Haruki Murakami.
Mi primer Murakami. Interesante ensayo onanista en torno a la propia escritura.

21. “Ejercicios de admiración” Emil Cioran.
Diversos y agudos retratos trazados por esta alegría de la huerta de varios contemporáneos. A pesar de todo, resulta bondadoso con la mayoría.

22. “Tokio Blues” Haruki Murakami.
Primera novela que leo de este japo. Gran novela, magnífica novela. Qué bien.

23. “La vida eterna” Fernando Savater.
Especie de continuación de su anterior “Las preguntas de la vida”, que fue el libro fundamental que me llevó a interesarme por la filosofía. Savater no es solo un grande y ameno divulgador de este saber, sino un escritor principal.

24. “El cumpleaños de los niños” Truman Capote.
Novela corta del cáustico autor. Bueno, no estuvo mal. Ni bien. ¿Qué ocurría?

25. “Carta a mi padre muerto” José María Gironella.
Desgarros varios del olvidado autor, ejercicio de sinceridad y expiación, sobrecogedor a veces e interesante siempre. Muy buena esta carta.

26. “Breve historia de la filosofía” Justus Hartnack.
Alguien dijo que la filosofía es la historia de la filosofía. Nuevo volumen divulgativo, pero en este caso, bastante aburrido.

27. “La sombra del ciprés es alargada” Miguel Delibes.
Primera novela del vallisoletano, ganadora de un Nadal. Psch, psch y más psch.

28. “Una historia africana” Javier Reverte.
Novela corta que parece escrita con el solo objetivo de ser adaptada al cine o a serie de televisión. Supongo que la otra intención es puramente alimenticia.

29. “Don Quijote” Miguel de Cervantes.
Enésima relectura. Debí tener yo muy mal cuerpo este verano para que me afectasen tan poco las tribulaciones de mis grandes amigos el Flaco y el Gordo. Ojalá que no vuelva a ocurrir en la próxima ocasión.

30. “Tres vidas de santos” Eduardo Mendoza.
Relectura. Tres historias agrupadas de diverso tono, y todas apreciables. Recomendable por completo.

31. “El asombroso viaje de Pomponio Flato” Eduardo Mendoza.
Relectura también. El Mendoza más mordaz para el seguidor más devoto. Muy diver.

32. “Historia de la filosofía” Varios autores.
En realidad, se trata de un libro de texto; en concreto de COU. Para sistematizarme un poco y dejarme de tanta dispersión.

33. “Principios elementales de filosofía” Georges Politzer.
Manual dedicado a asociaciones de obreros para su formación. Muy interesante, pues se carga de un plumazo toda la filosofía especulativa y espiritual. Sólida base para internarse en la dialéctica materialista que inició Hegel y desarrolló Marx.

34. “La mujer y el pelele” Pierre Louÿs.
Una delicia de los tiempos simbolistas y decadentes que se desarrolla en esta ciudad y que ha sido mito recurrente para escritores y cineastas. Fue una agradable sorpresita.

35. “De la naturaleza de las cosas” Lucrecio.
El largo poema en prosa del latino Lucrecio, epígono máximo del epicureísmo. Libro tan denostado como su inspirador. La biblia de esta escuela helenística.

36. “La edad de la penumbra” Catherine Nixey.
Pretendido estudio sobre la destrucción del mundo clásico a manos de los cristianos. El problema es que el libro es muy tendencioso y puramente anecdótico. Bah.

37. “Colegio Menor Santa Ana” Francisco Cacho Agudo.
Memorias colegiales/adolescentes. Compendio de remembranzas de un internado en aquella época que conocimos casi todos. Crónica de la gesta que supuso el aprovechamiento de becas por parte de las clases más humildes. Gente admirable.

38. “Meditaciones” Marco Aurelio.
Si Lucrecio fue el autor de la biblia epicúrea, el emperador se encargó de reflejar en máximas y pensamientos el evangelio estoico. Hay muchos puntos en común entre ambas escuelas, pero los estoicos tienden a ser más siesos.

39. “Sueños ferroviarios” Francisco Romero Peña.
Caóticas memorias de jubilata, pero en esta ocasión el autor es un maquinista de la Renfe. Redacción a lo bruto, sin desbastar, de las que concentra quince adjetivos superfluos en cada frase, tal vez el único atractivo –lo naïf—de este amasijo de anécdotas.

40. “Siddharta” Hermann Hesse.
Relectura de esta novelita que funciona como un cuento de hadas con simbología budista. Hay que leerla con la edad apropiada.

41. “El banquete” Platón.
Uno de los más famosos diálogos platónicos, donde Sócrates ejerce de mero personaje portavoz de las teorías del autor. Platón era un poco pelma y a mi juicio, andaba bastante equivocado.

42. “Tiempo” Rüdiger Safranski.
Ensayo sobre un tema que me interesa sobremanera: la naturaleza y la percepción del tiempo. Muy interesante, muy recomendable para todo aquel prisionero perpetuo del presente.

43. “El epicureísmo” Emilio Lledó.
Otra vuelta de tuerca a esta escuela de pensamiento por medio de la siempre cariñosa escritura de Lledó. Complemento ideal para el tema.

44. “Perro ladrando a su amo” Javier Sachez.
Novela galardonada con no sé qué premio. Una historia inverosímil en cualquier caso. Creo recordar que hubo alguna metáfora afortunada entre sus páginas.

45. “Filosofía para la felicidad: Epicuro” Varios autores.
¡Pero qué pesao con el Epicuro de los cojones! Pues sí, un compendio más para gozo de cuantos pretenden hollar el suelo del Jardín y ser lechones de su piara (como dijo Horacio, cuando tacharon de cerdo a su maestro).

46. “Las mil y una noches de Hortensia Romero” Fernando Quiñones.
Toda la gracia de Cádiz concentrada en el relato de una prostituta. Tal vez su lenguaje, lleno de formas dialectales pueda restar interés al foráneo. Muy divertida.

47. “Aforismos sobre el arte de vivir” Arthur Schopenhauer.
Otro highlight del presente curso lector. Observaciones de un sabio sobre la condición humana y que me han animado a seguir conociendo más acerca de la obra de este cascarrabias del copón.

48. “Derecho natural” Ignacio Martínez de Pisón.
Una cosa prescindible por completo, poco digna de figurar en la bibliografía de este autor. Con novelas así se comprende que la literatura interese cada vez menos.

49. “Spinoza” Joan Solé.
Breve semblanza sobre la vida y obra de mi tito Benito, ese hombre bueno que dotó al malaje racionalismo de calidez y panteísmo.

50. “Ordesa” Manuel Vilas.
Una estafa. 

¡Y e... Y es... Y esto es todo, amigos!


:-)