En la indiscreción pública de la pared, un hombre anuncia sus prestaciones con rotulación de tablilla de menú. Un hombre de entonces, de cuando se pensaba que la buena letra era la primera llave que abría todas las puertas. Caligrafía ágil, rapidísima, educada sobre las barras de cien bares. Ahora tiene 46 años pero a nadie que le ponga una tiza en la oreja.
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3 comentarios:
El drama de un hombre (posiblemente también el de su familia) en unas lñineas escritas con desesperación.
Qué afortunados los que aún conservamos el trabajo.
Un saludo
Quise escribir "líneas". La torpeza de los dedos, leñe.
si hasta rima y todo, tiene ritmo de poema, yo le contrataría
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