La conclusión a la que llego tras acabar la lectura de la novelita de Amélie Nothomb "Ácido sulfúrico" -primera cosa que leo de esta buena mujer- es que se trata, de pe a pa, de arriba abajo y de cabo a rabo, de una completa y absoluta chuminada.
Tenía en el retortero un título recomendado, "Estupor y temblores", que es con el que pensaba desflorarme en cuanto al conocimiento de esta afamada autora belga; pero se cruzó frente a mis gafas la versión electrónica de este "Ácido sulfúrico" y dada su escueta extensión (171 pág. en el cacharro lector) la juzgué perfecta para ir catando a la señora. La verdad es que ha sido una mala decisión visto el resultado, tanto por él mismo como por el freno que, comprensiblemente, le he echado al recomendado. Pues si tiene que esperar, que espere, vamos ya...
A ver. Imaginen una sociedad que ha alcanzado tal grado de abyección que el programa televisivo que copa el interés de todos los televidentes se titula "Concentración", un reality show como el Gran Hermano pero desarrollando la convivencia, no en un chalecito en las afueras, sino en una suerte de campo de exterminio nazi con concursantes-víctimas y concursantes-kapos, todos capturados en la calle, aleatoriamente, en grandes redadas que organiza la policía. Una vez ingresados en el centro y tras unas pruebas psicológicas, se decide quién asumirá un papel u otro. Por supuesto cada semana, los espectadores televisivos serán los que decidan, en número variable, quiénes serán condenados a muerte. ¿Suena bien, parece interesante? Pues no, por muy bien que suene, el resultado es un mojón pinchao en un palo.
Y es que estamos ante una nueva pasadita/pesadita (¡grooooummffff!, bostezo) al tema de la tele y lo perniciosa que puede llegar a ser en tanto corruptora e insaciable, cuya única regla es vencer en la guerra de las audiencias y ganar pasta a montones con la publicidad y blablablá... Esto por una parte. Por la otra viene luego el archisabido proceso (desarrollado en tres líneas porque todo es pobrísimo) de cómo personas de naturaleza bondadosa y amable llegan a convertirse en feroces torturadores y asesinos en cuanto les entregan el poder junto a una porra y una gorra de plato... En resumen, la misma historia cien veces contada y analizada, pero sin aportar nada nuevo, original o llamativo. ¡Aaaayyyy, es todo taaaan PREVISIBLE! En fin, es todo taaaan OBVIO. Y es que por no tener no tiene ni valor visionario, de futurible, ya que el bodrio está escrito nada menos que en 2005, cuando el tema de la telebasura y la complicidad/culpabilidad de las audiencias está más que visto y, en la actualidad, más que superado y curados todos de espanto desde que Belén Esteban se ha convertido en líder de opinión. Hermosa chica.
Veamos. La protagonista es una muchacha llamada Pannonique, que una vez hecha prisionera debe afrontar las adversidades diarias del trabajo en un túnel, la falta de alimentos y las putadas de la kapo Zdena, antigua compañera de estudios poco brillante y que ahora se aprovecha de su estatus. A los reclusos, desprovistos de filiación, se les nombra con combinaciones de números y letras que estoy seguro corresponden a matrículas de coches belgas por lo menos: CKZ114, EPJ327, MDA802, AAF167, etc. Esta tal Pannonique de ridículo nombre se irá convirtiendo a medida que se desarrolla la historia en la líder del grupo de resistencia que frente a las cámaras que todo lo vigilan, pretende soliviantar a la audiencia y hacerla consciente de la monstruosidad en que participan. Menuda chorrada, tú. A todo esto, Pannonique, se verá camelada por la kapo Zdena y sus tabletas de chocolate dando lugar a las escenitas que nunca han de faltar en esta clase de hábitats opresivos. En efecto, las de tortilleo. Cómo no, también aparecerá por los barracones el joven apocado y secretamente enamorado de la muchacha, la vieja metepatas, la niñita toda inocencia a la que también ejecutarán en un momento en que el share ha pegado un bajón... En fin, para qué seguir. Viendo lo que tenía encima, se me ocurrió pensar que a lo mejor me enfrentaba a una alegoría evangélica, a un mensaje cristiano encriptado donde Pannonique sería Jesucristo, la kapo Satanás, el público, el congregado ante Pilatos, y la inmolación solicitada por la primera para librar a los televidentes de su pecado televisivo, una suerte de pasión sangrante y redentora... Pero qué vaaaa. Al ir acabando nada cuadraba con mi teoría y mucho menos el sorprendente final, que llamo sorprendente no por emocionante o inesperado sino por idiótico: "Quiero aprender a tocar el violonchelo. Es el instrumento que más se parece a la voz humana". ¿Es pa matarla o no es pa matarla?
De acuerdo que lo leído es una traducción, así que en ella me baso para decir que el discurso de doña Amelia es el propio de una redomada niña pija... como si a Christina Rosevinge le hubieran dicho que escribiera algo. Todo es... ¿cómo decirlo, qué adjetivo utilizar?... ¿Bobo?... No, mejor aún, todo es: BOBITO. Encima con ese tufillo de la cultura francófona que se empeña en intelectualizarlo todo y que a mí me deja agotado, una verborrea tan insufrible como vacua (mira, en esto se parece a mí la señora) y un -dato curioso- inexplicable uso y abuso de la palabra "invectiva" y de la expresión "alto y claro"... En resumen y para terminar, permítaseme un alarido que mucha atención le estoy prestando a esta señora: ¡¡Quiero olvidar este bodrio cuanto antes!!
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