"...Y Alice sonrió pensando que quizá aquélla sería la primera media verdad de los esposos, la primera de las pequeñas grietas que se crean entre dos personas por las que tarde o temprano la vida introduce su ganzúa y hace palanca."
Queridos feligreses, tras este introito, debo explicar que llegué a esta novela por el expeditivo método que tanto facilita el lector electrónico, quiero decir, el piscinazo. Método que cuando depara sorpresas como ésta, a nada puede igualarse. Alguien —¿mi hermana, mi cuñado, mi amante bielorrusa la Gran Duquesa Svletana?— la había insertado en la tarjeta SD y su título, entre el marasmo de otras decenas, me llamó la atención: La soledad de los números primos. Bello. Junto con el nombre del desconocido autor era cuanto sabía de la obra. Ha sido después cuando me he enterado que es un galardonado éxito editorial y que se vende como churros en los comercios del ramo... o sea, como la trilogía del sueco. ¡Ay!, nunca entenderé nada.
Pero veamos:
Pequeños azares se dan cita para determinar fatalmente la vida de Mattia y Alice, condenándolos para siempre a la soledad, o lo que es lo mismo, convirtiéndolos en números primos gemelos, cercanos pero sin contacto (guuuuuaaaauuuu, ya escribo como un solapista al uso). Bien, pues esto es lo único que puedo adelantar como sinopsis, pues desearía que el que se sienta animado, llegue a la novela como servidor, in albis, con menos papeles que una liebre, para que nos asalte de golpe la certeza de que somos circunstancia de la casualidad y presas del nimio detalle. Lo que sí añado es que a la novela la recorre como un espinazo un muelle comprimido que hace que todo el texto se mantenga en tensión, tensión de media intensidad pero constante y que sólo se aliviará en las últimas páginas, algo así como contemplar a un niño acariciando con las uñitas un globo inflado en exceso del que luego se aburre y abandona. Como lector, a este "sostenido" sin tregua que ha fabricado Paolo Giordano, le concedo un enorme mérito.
Damas, caballeros, si está en mí y tras varios pinchazos en hueso, no sólo recomiendo esta novela, es que llego a considerarla de obligada lectura. Luego, ustedes verán qué es lo que hacen, que ya son mayorcitos.
Queridos feligreses, tras este introito, debo explicar que llegué a esta novela por el expeditivo método que tanto facilita el lector electrónico, quiero decir, el piscinazo. Método que cuando depara sorpresas como ésta, a nada puede igualarse. Alguien —¿mi hermana, mi cuñado, mi amante bielorrusa la Gran Duquesa Svletana?— la había insertado en la tarjeta SD y su título, entre el marasmo de otras decenas, me llamó la atención: La soledad de los números primos. Bello. Junto con el nombre del desconocido autor era cuanto sabía de la obra. Ha sido después cuando me he enterado que es un galardonado éxito editorial y que se vende como churros en los comercios del ramo... o sea, como la trilogía del sueco. ¡Ay!, nunca entenderé nada.
Pero veamos:
Pequeños azares se dan cita para determinar fatalmente la vida de Mattia y Alice, condenándolos para siempre a la soledad, o lo que es lo mismo, convirtiéndolos en números primos gemelos, cercanos pero sin contacto (guuuuuaaaauuuu, ya escribo como un solapista al uso). Bien, pues esto es lo único que puedo adelantar como sinopsis, pues desearía que el que se sienta animado, llegue a la novela como servidor, in albis, con menos papeles que una liebre, para que nos asalte de golpe la certeza de que somos circunstancia de la casualidad y presas del nimio detalle. Lo que sí añado es que a la novela la recorre como un espinazo un muelle comprimido que hace que todo el texto se mantenga en tensión, tensión de media intensidad pero constante y que sólo se aliviará en las últimas páginas, algo así como contemplar a un niño acariciando con las uñitas un globo inflado en exceso del que luego se aburre y abandona. Como lector, a este "sostenido" sin tregua que ha fabricado Paolo Giordano, le concedo un enorme mérito.
Damas, caballeros, si está en mí y tras varios pinchazos en hueso, no sólo recomiendo esta novela, es que llego a considerarla de obligada lectura. Luego, ustedes verán qué es lo que hacen, que ya son mayorcitos.
3 comentarios:
Tomo nota
ah, "pero veamos", ya no leo más, que ese libro me lo han dicho, que me lo tengo que leer y no me gustan los aperitivos :P
Veré si tengo tiempo, Sap. Escucho turs recomendaciones. Gracias
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