martes, junio 28, 2005

Asilo de veteranos


Aquí está mi pelotón. Han llegado a viejos convertidos en material de derribo, heridos, mutilados incluso, escépticos de la vida tras sus duras experiencias en toda clase de misiones, verdaderos hombres de acción que al fin encontraron merecido descanso en una vieja caja de zapatos. Algunos no pueden disimular una sonrisa irónica al contemplar el buen aspecto que ofrecen otros congéneres de flamantes uniformes e impolutas equipaciones. Los que se muestran tras el virginal celofán de sus envoltorios originales convertidos en unos objetos de colección. Los que tal vez nunca saborearán los placeres de una arriesgada expedición por entre los matorrales de un solar, el descenso a los abismos de las alcantarillas urbanas, la descarga de adrenalina ante el ataque de un cachorro de perro, la caída libre con la simple ayuda de un cordel desde una séptima planta... Sí, amigos; reconozco que los integrantes de mi pandilla son unos indocumentados que no muestran pudor alguno en darle al ron o echar indolentemente una siestecilla frente a la cámara. Encanallados por los largos años dedicados a las más audaces misiones, su aspecto personal en nada les preocupa y arramplan con cualquier prenda que cubra sus carnes de plástico. Intercambian sin sonrojo pantalones, botas o guerreras e incluso si viene al caso tiran de aguja e hilo para remendar lo que se tercie. ¡Vaya patrulla! Escupen por el colmillo, blasfeman, beben tintorro y no desperdician la ocasión si una joven Princesa India se les pone a tiro. Un solo sueño albergan en sus esforzados corazones: recibir la llamada que los incorpore a una nueva misión, aunque solo fuera ésta escalar una silla, descender desde una mesa de salón o explorar la tenebrosa oscuridad de los bajos de una cama. Por lo demás, apenas muestran interés ya por nada.Que les quiten lo bailao...

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy bueno Sapristi. saludos, Eskay